Hace un par de semanas mi mujer me llevó a una playa virgen. No necesité más que el viaje para llegar allí para entender porqué estaba virgen.
Fuimos desde Manila en un coche pequeño. Tres adultos, dos niños y un montón de maletas, dispuestos a hacerse más de doscientos kilómetros por carreteras filipinas. Con un par.
Los dos adultos que no conducíamos teníamos la alternativa de o bien ir en el asiento de delante sentado en forma de ese en los espacios que dejaban libres las mochilas y las bolsas, o bien ir en el asiento de atrás aguantando a niños que preguntaban cada diez minutos que cuánto faltaba. Más la emergencia del niño que se te marea y se pasa los siguientes cuarenta minutos pálido, en plan “¿vomito o no vomito?” y tú con la bolsa de plástico, listo para salir al quite, que si hay algo peor que un largo viaje en carretera con niños es un largo viaje en carretera con olor a vómito.
Las carreteras filipinas no suelen tener más de dos carriles, uno en cada dirección y atraviesan todas las poblaciones que se cruzan en su camino. “Circunvalación” no es una palabra tagala. Lo más desesperante que me ha pasado fue la vez que en un viaje me tocó ir detrás de un cortejo funeral. Una hora detrás de una procesión de plañideras, con trombones y tambores, a dos kilómetros por hora.
El remate era mi cuñado, que conducía. Mi cuñado es un hombre muy tranquilo que todo se lo toma con calma, incluidos los adelantamientos. La lógica indica que si quieres adelantar al coche de delante que va a 60 kilómetros por hora, basta con que te pongas a 61, que tarde o temprano lo dejarás atrás. Cuando esa lógica va unida a la creencia en que es imposible que a ningún coche se le ocurra venir de frente en esa curva justo en el momento en el que estás adelantando, pues tienes algunas de las experiencias más adrenalínicas del planeta.
Diez horas después de haber salido de Manila llegamos, sin vómitos, ni accidentes, aunque la vez aquella de la curva cerrada y el camión de las cervezas tuvo su intríngulis.
Coloco algunas fotos de la playa. A los que deseen saber dónde está exactamente, lamento decirles que no puedo pasar esa información. Justamente quiero que siga siendo virgen.