Una reflexión personal intrascendente

"Me observan en silencio
mientras escribo   Y las copas
están llenas de pájaros, ratas,
culebras, gusanos
y mi cabeza
está llena de miedo
y planes
de llanuras por venir"*
La imagen era bastante similar, sólo que no había arboles, solo arena, arena, cascarudos aplastados, en medio de un mar de gente desplegando sus cuerpos como tiras de asado sobre la parrilla marplatense. Me obervaban en silencio por la peculiaridad, eso que para muchos sería hacer el rídiculo para mí es natural y lo tomo como tal.
Había viajado a Mar del Plata, casi en situación de secuestro express todo pago para hacerle la segunda a un amigo (la cuestión es ajena, para qué explicarlo) lo que me obligó a salir con lo justo y hacerme olvidar del mate y de mi cuaderno, mi lapicera... El domingo no lo toleré más y me metí en el primer negocio abierto por la mañana: un local de todas baratijas kischt pero con cuadernos baratos... para nenes pero baratos. Me compré el de Cars (aunque odio a Disney no tenía alternativa: era eso o Barbie) y pregunté en la caja por una lapicera "normal". "No hay, pero tengo estas que son simpáticas", aseveró la mujer y sacó unas lapiceras con muñequitos que bailaban sobre un resorte... "Y bueno, está biennn, deme el que tiene el ratoncito", dije y me fui a la playa. Y escribí al respecto: un repaso necesario sobre lo pasado y los días venideros, ponele. Es así, de un tiempo a esta parte mi vida se convirtió en una especie de sit-com donde sólo faltan las risas de fondo. En la playa, las hubo. ¿Eran para mí? No sé, solo creo que en estos ultimos tiempos voy girando sobre historias que concluyen como si fueran capítulos ya estipulados por alguna mente siniestra o genio diabólico que pone a traslucir mi duda metódica. En fin, cuestión que los ultimos acontecimientos se convirtieron en meras anecdotas, divertidas, bizarras, pero que sólo sirven para recurso de algún refrito.
Me siento un personaje de sit-com quizas porque me acostumbré al mismo, porque a pesar del paso del tiempo creo que no cambio, es verdad, hay algo que me aterra que es el tema de la edad donde surge como problema mi sustancia aristotelica: la forma no condice con la esencia...

Y las tardes soporíferas
y los sueños stand by
y el repaso de estos años
más sucio que este repasador,
y este dolor, las migrañas
... de otro dia para el olvido.
y esta carga a cuestas
con treinta abriles encima
como monedas de plata,
estigmas del viejo traidor. En fin, "levantate y anda, Neo- Lázaro", el ratoncito dejó de bailar sobre el resorte y se resguardó sobre un atado de puchos y el libro de Bolaño dentro de la bolsa. El show sigue, todavía no termina la temporada. o bien, quizás ya comencé una nueva y no me dí por enterado...

*"Arboles" de Roberto Bolaño