Una sobre Cámpora, Néstor y el 25 de mayo

El 25 de mayo,nuestra fecha patria por excelencia, a 201 años de aquella Revolución social ypolítica invocada por Moreno, Castelli, Belgrano y Monteagudo y truncada por elconservadurismo y los intereses portuarios, está lleno de simbolismo ysignificados que perduraron y perduran a lo largo de nuestra historia. Losmaravillosos festejos del Bicentenario dieron pauta de retomar aquellosprincipios e ideas que resultaron desvirtuadas y ocultadas por los unitarios yla línea Mayo-Caseros.El pasado 25, comoel de hoy, la histórica plaza estará en manos del Pueblo que festejará ycantará nuestro Himno con orgullo, ese orgullo que habíamos perdido durante losnoventas. Pero también esta histórica fecha marca otros dos procesos revolucionarios:en 1973, el Tío Campora asumía la Presidencia para que Perón volviera al poder,y en presencia de una juventud maravillosa y referentes revolucionarios de laPatria Grande como Allende y Dorticos manifestaba ese ejemplo de Lealtad ycompromiso: “La sangre derramada, los agravios que se hicieron a la carne y alespíritu, el escarnio de que fueron objeto los justos, no serán negociados” yde su voz se esgrimían los ideales revolucionarios de Moreno, confiado que erael momento de transformar la Nación porque tenía el apoyo de un Pueblo que nohabía tenido tiempo para ser concientizado en aquel 1810 pero que bajo lasbanderas del peronismo volvían a hacer Historia. Luego, pasó la traición y lamasacre necesaria para sofocar la revolución, pretendiendo enterrar losderechos soberanos del Pueblo. Y tuvieron que pasar 30 años para que un hijoprodigo de aquella juventud que quería tomar el cielo por asalto, asumiera laPresidencia de la Nación y nos dijera que“por mandato popular, por comprensión histórica y pordecisión política ésta es la oportunidad de la transformación, del cambiocultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro". Néstor Kirchner,a diferencia de aquella primavera camporista, pudo cambiar de paradigma,devolver la pasión por la política como real herramienta de cambio, ante unmundo apático que decía que se habían acabado las ideologías y era el tiempodel Estado mínimo y el gobierno de los lobbys feroces. Como aquel memorable1973, se rodeó de presidentes del cambio de época, con Lula, Fidel y Chavez. Eran otros desafíos, peligros y demandas. Esa misma noche de la asunción delTío, se ordenaba la liberación de los presos políticos, y los medios seescandalizaban al presenciar una nueva toma de la Bastilla. Pero Néstor teníaotro tipos de presos y encierros: porque en nuestro mundo globalizado, los queno tienen el poder adquisitivo se transforman en parias sociales. Presos de unparadigma excluyente, privados de la libertad de obtener y reclamar susderechos sociales. Y los pocos que trabajaban sufrían el encierro y los limitesimpuestos por empresas acostumbradas a la impunidad de explotarlos,beneficiados por la leyes de flexibilidad laboral. Pero Kirchner dijo queformaba parte de una generación diezmada. Castigada con dolorosas ausencias. “Mesumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a los que nopienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada. No creo en el axioma deque cuando se gobierna se cambia convicción por pragmatismo. Eso constituye enverdad un ejercicio de hipocresía y cinismo”. Y enterrando las falsas premisasredactadas en los noventa se puso como meta la reconstrucción de la Patria,instalar los cimientos de un verdadero proceso revolucionario que continua enmanos de nuestra querida presidenta. Y sabemos que falta mucho, por eso no hayque dar ni un paso atrás. Por nuestro próceresrevolucionarios, por nuestras montoneras, por nuestros obreros que resistían larepresión desmedida de los gobiernos conservadores de comienzos del siglo XX,por Perón y Evita, por Jauretche, Scalabrini y Hernández Arregui. Por losresistentes de la Fusiladora. Por Walsh, Múgica, El Kadri y la militanciamaravillosa de los 60 y 70. Por Néstor y Cristina. Por nosotros.