"Tenemos hambre!" manifestaba De La Chota mientras tuiteaba a @elCoqui
Que talll, antes de pasarles una nota más que interesante, creo que podamos tomar como ejemplo de lo sucedido en Cordoba cómo la explosión de las redes sociales están legitimadas en las relaciones sociales. Un fenomeno que crece, la exposicion de lo privado, una nueva forma de "ser-para-los-otros": desde De La Chota que pedía gendarmes por tuiter (haciendo público una demanda cuyo canal de hacerlo no era el adecuado) hasta los cientos de culiados saqueadores que posteaban en sus muros de Facebook todos sus movimientos y adquisiciones.Comparto fragmentos de una nota de Pablo Mendelevich que suscita todo un posicionamiento ideológico de derecha. Hermoso.
Leemos en La Nazión:
Primera conclusión, el derecho a huelga de los policías -otra cosa es el derecho a agremiarse o a celebrar paritarias- parece tan contraindicado como el de los pilotos en vuelo. Tal vez resulte apresurado colegir que en toda población urbana privada de policía siempre habrá quien corra a saquear supermercados, negocios, casas, a destruir lo que encuentre a su paso y se tirotee con la parte de la población que esté decidida a defender sus bienes. Pero no pasaría en cualquier lado. Un trastrocamiento de valores subyace en esta clase de arrojo delincuencial, seguramente emparentado con la pobreza y la marginación.
Enfoque tradicionalista (la masa descerebrada, cooptado por punteros)
Ahora hay, como dice el historiador Luis Alberto Romero, un mundo de la pobreza que antes no existía, conformado por un cuarto o un tercio de la población, dentro de una sociedad más segmentada. "Se ha consolidado un tipo de sociabilidad comunitaria, una forma de entender la vida y un conjunto de valores y expectativas singulares -escribió Romero en estas mismas páginas- que ya no dependen de la falta de empleo. Ni el trabajo estable ni la educación ocupan un lugar central, y la ley tiene una significación relativa. Pero, en cambio, son sólidas las jefaturas personales, de referentes o de «porongas»."
"El kirchnerismo no cambió, ni entendió el mensaje de las urnas: la gente pide represión!" vease la analogía que hace este forro con el Cordobazo:
Y luego está el aspecto político-institucional. Debieron sentirse decepcionados ayer quienes creyeron que el gobierno nacional, domesticado por las derrotas electorales de junio y octubre, ingresó por fin, hace pocas semanas, en una sostenida fase contemporizadora. Jorge Capitanich se ocupó por la mañana de pulverizar las ilusiones remanentes. Recordó que la esencia kirchnerista está intacta. En realidad, no lo recordó, sino que lo dramatizó. Sin pruritos, como quien recibe una instrucción precisa, acicateó con todo el poder del Estado -al retacearle el envío de la Gendarmería- al gobernador cordobés, el menos alineado de los gobernadores peronistas. Aparte del recurso adolescente de decir que su celular no había sonado, Capitanich, hay que admitirlo, fue sincero (tanto como lo había sido la Presidenta cuando para aguijonear a Daniel Scioli puso en riesgo la estabilidad bonaerense). Sólo faltó que dijera "ésta la aprendimos de Lanusse". Pensaba el dictador Juan Carlos Onganía, décadas atrás, que, como comandante en jefe del Ejército, el general Lanusse había demorado en 1969 la ayuda de tropas militares que el presidente le había solicitado para reprimir el Cordobazo, con el propósito de desgastarlo y hacerle pagar el costo de los sucesos, tal como luego ocurrió.