No recuerda las palabras pero sí las emociones, por eso cuando abro la puerta y mi tía me ve, se le ilumina la cara blanca como la nieve y como su pelo, y me dedica una amplia sonrisa llena e afecto.
Entra torpemente ayudada por su magnífica y fiel compañera Violeta, y una vez solas me pregunta mi nombre. Charlamos de cualquier cosa, como dos niñas jugando a las visitas. Ella se inventa amigas, hijos pequeños, tiendas en las que compra, decimos tonterías y nos reímos. Todo esto interrumpido cada dos minutos por la misma pregunta, por la misma pregunta, por la misma pregunta, por la misma pregunta..
Cuando ya tiene que marcharse, antes de llegar a la puerta ya no recuerda ni una palabra de nuestra charla. Pero al entrar lentamente en el ascensor le dice a Violeta : " Lo he pasado muy bien con ésta, es amiga mía, ¿no? Es una buena amiga.
_______________________________________________________________________________
Si queréis leer más relatos relacionados con el Alzheimer os recomiendo Desmemorias de una abuela olvidadiza laviejahada.blogspot.com