"Así, cuando miro esas naciones que hoy día florecen por todas
partes, no veo en ellas sino la conjura de los
ricos para procurarse sus propias comodidades en nombre de la nación.
Imaginan e inventan toda suerte de artificios para conservar, sin miedo
a perderlas, todas las cosas de que se han apropiado con malas artes, y
también para abusar de los pobres pagándoles por su trabajo tan poco
dinero como pueden. Y cuando los ricos han decretado que tales
invenciones se lleven a efecto en beneficio de la comunidad, es decir,
también de los pobres, enseguida se convierten en leyes."
Tomás Moro. Utopía.
No es que el sistema económico esté en crisis sino que la crisis radica en el sistema económico. Hay otra forma de entender la economía. Otra forma de entender nuestras
vidas y afrontar nuestros recursos económicos. No sólo como opción, sino
como alternativa al actual sistema de consumo insostenible. Todo lo que
creíamos saber sobre la economía ha saltado por los aires en los
últimos años. Está claro que vivimos en un sistema injusto,
inestable, infeliz e insostenible. El reto es encontrar las fórmulas y
crear una nueva economía que sea socialmente más justa, que genere
bienestar humano y que funcione dentro de los límites ecológicos del
planeta.
Quien dijo eso de que las mejores cosas de la vida no son las cosas, pues es la verdad madre de todas las verdades. El dinero y las cosas nos distraen de lo que es verdaderamente importante. Pero se puede vivir sin dinero, hoy existen cantidad de experiencias en el mundo que demuestran que eso es posible.
Paradójicamente,
el propio capitalismo comienza ahora a abolir el dinero. No solo en el
sentido superficial, tecnológico, de que surja en lugar del papel-moneda
el registro de escritura electrónico desmaterializado y el banco vía
Internet, tal como antes el papel-moneda había
substituido a los metales preciosos; pero más en el sentido de que, con
la crisis de la tercera revolución industrial, cada vez más personas
caen en gran parte fuera de la economía monetaria diariamente.
En las regiones mundiales desconectadas, el círculo del
dinero se reduce dramáticamente. De este modo, en el interior del Brasil
puede suceder tener que atravesar la mitad de una población, hasta
conseguir que un tendero te cambie un billete de una cantidad nunca
vista de 20 euros.
La mitad de los sudafricanos adultos no tienen cuenta
bancaria. Casi la mitad de la
humanidad (2.800 millones de seres humanos), disponen de menos de 2 dólares por día.
Hace mucho que esta tendencia se extiende por occidente.
En los EUA cada vez más trabajadores a tiempo completo caen bajo el
límite de la pobreza, al mismo tiempo que quien paga con billetes o
monedas en lugar de con tarjetas de crédito ya es considerado casi un
sujeto sospechoso. Y aquí en este país es sabido que los bancos solo de
mala gana abren una cuenta a los destinatarios de ayuda social.
En muchos países occidentales se extiende un nuevo
fenómeno de masas: quien no tiene cuenta bancaria, en la mayor parte de
los casos tampoco tiene seguro de enfermedad y mucho menos teléfono, y
ya no hablemos de Internet.
En las tiendas de rebajas baratas hay gente haciendo
cuentas en compras rigurosamente al céntimo. En medio de la economía
monetaria, en apariencia totalmente electrónica, una parte cada vez
mayor de la sociedad se desmonetariza. A las gigantescas burbujas de
deudas se contrapone una economía de “perra gorda” en rápido crecimiento.
Este aspecto de la crisis del dinero, que en realidad es
una crisis del trabajo abstracto, si es posible, es ignorado en el
debate.
Pero la administración capitalista de la crisis
reacciona frente a la reducción del círculo general del dinero de forma
no muy diferente a la de los regímenes socialistas de estado y de las
utopías totalitarias, particularmente con las impertinentes exigencias
burocráticas a las personas involuntariamente desmonetarizadas.
Al mismo tiempo, las ideologías de crisis racistas y
antisemitas de dinero bueno y honrado para trabajo bueno y honrado
chocan con un clima de angustia del dinero, en vez de avanzar hacia una
crítica emancipadora del sistema. Quien lo hubiera pensado: el
capitalismo comienza a volverse una utopía negativa.
Pues eso, que son tiempos de andar utopeando un poco, ir pensando en otras cosas y tener en cuenta que no hay que inventar nada nuevo, que hay gente que es capaz de vivir sin dinero, que existen los bancos del tiempo, que existe el trueque moderno, que hay otras alternativas.