Revista Coaching

V de VITALIDAD

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

SP_VintageFlorals_Alpha_v

¿Os pasa que hay días que os sentís sin ánimos de nada? ¿Que os levantáis como cansados, sin ganas, que cuesta abordar el día que acaba de empezar? Ya os hablé de ello en la T de Tiempo, comentándoos que cuanto antes nos levantemos, mejor nos vamos a sentir, así como en la S de Salud, al referirme a cómo nuestra alimentación o nuestros pensamientos influyen en nuestro estado de ánimo. Pero hoy os hablaré de vitalidad.

¿Qué es la vitalidad? En realidad es la energía vital que todos necesitamos para poder realizar actividades físicas y mentales. Hay veces que podemos estar bien físicamente, pero emocionalmente nos sentimos cansados o vaciados por dentro. Y esto enseguida afecta a nuestro estado físico. En realidad es la pescadilla que se muerde la cola: no hay vitalidad sin mentalidad positiva ni mentalidad positiva sin vitalidad en el cuerpo. De modo que ambas están interrelacionadas.

Hay muchas fórmulas para conseguirlo: la motivación es una de las principales y la que más me gusta. A cada uno nos motivan cosas diferentes. Yo cuando me siento apática, siento que me encuentro paralizada. Y me he dado cuenta de que lo que mejor me puede venir es hacer planes de futuro o hablar con una persona de confianza con la que comparto mis sentimientos. Otros se motivarán dando un paseo (eso también funciona, especialmente en días de sol y buen tiempo), leyendo un libro, escuchando a algún motivador profesional.

Y en esto de oradores motivacionales no puedo no mencionar al gran Emilio Duró: un señor de unos 50 y tantos que te cuenta verdades como puños y encima lo hace en clave de humor. Resulta que cuando nos jubilemos, nos quedarán aproximadamente unos 30 años de vida. Y si ya nos sentimos viejos con 30 o 40… ¿de dónde sacaremos las fuerzas cuando tengamos 70? Os recomiendo a todos escucharlo, si no lo conocéis ya. Es una forma increíble de poneros las pilas y daros cuenta de que los problemillas sin más que muchas veces nos abruman no son nada comparados con verdaderas tragedias que podrían pasarnos: una enfermedad grave, una situación económica insostenible, la pérdida de un familiar o de la vivienda. Ya sé que en los tiempos que corren lo del trabajo y vivienda es un tema muy delicado y por desgracia hay no pocos que incluso conocemos de cerca que pasan por una situación así. Pero ello no debería permitirnos a los más afortunados a sentirnos apáticos día tras día y no encontrar esa vitalidad, esa alegría de vivir.

Vampiros emocionales

Otro tema que me parece interesante y que quisiera incluir en este post es el referente a los llamados vampiros emocionales. Podemos llamarlos gente tóxica (creo que hay un libro superventas que habla de ello, yo no lo leí) o vampiros energéticos. En realidad estamos rodeados de ellos, tanto es así, que nosotros mismos, quien más y quien menos, nos convertimos temporalmente en esa clase de “despreciables” individuos.

¿Pero qué son los vampiros emocionales? La respuesta es bien sencilla: cuando una persona se siente falta de energía, bien sea física, bien sea emocionalmente, recurre a otra persona que tiene cerca para “chuparle” su energía. Lógicamente lo hace de forma inconsciente, no es que diga: ahí va mi siguiente víctima, a ver cuánta energía consigo sacarle

;)
No, simplemente, a nivel bioenergético, se produce un contacto entre dos individuos (supongo que esto puede darse también a nivel de grupos de personas, no sólo de tú a tú, pero creo que es más frecuente esta última opción).

Todos sabemos que la interacción entre seres vivos es un intercambio de energía que no vemos. Al hablar con los demás, o simplemente mirarlos, podemos transmitirles todo tipo de emociones: tranquilidad, preocupación, cariño, odio, miedo, felicidad… No en vano hay personas que nos motivan y deseamos hablar con ellos cuando nos sentimos perdidos, mientras que otros resultan nocivos para nuestra salud mental y tratamos de esquivarlos. Como decía nuestro amigo Duró: ¡pues claro que no te cojo el teléfono… porque sé que eres tú!

Bromas aparte, como venía diciendo, eso de vampirismo energético es algo que puede pasarnos a todos. Todos somos víctimas y somos vampiros en diferentes momentos de nuestra vida. También depende de nuestro karma: los hay que han nacido con karma más positivo que otros y pueden convertirse en donantes de energía, mientras que a otros les falta esa energía vital desde su nacimiento, de modo que buscarán a quién quitársela.

En esto de vampiros, tenemos varias diferenciaciones. He oído hablar de vampiros solares y lunares, vampiros emocionales y energéticos o físicos.

1. El vampiro solar es el vampiro emocional agresivo. Véase el jefe cabrón que se las toma con sus empleados, teniendo predilección por el más débil normalmente, con el que se desquita gritándole, dándole órdenes de manera severa, faltándole al respeto. También podemos hablar del familiar o conocido “broncas”, que busca siempre crear un conflicto para sacarnos de nuestras casillas y así se siente tranquilo. Si nos mostramos indiferentes frente a sus salidas de tono, se enfada aun más, pues no ha obtenido la energía nuestra al ponernos nosotros a su nivel. Lo normal es que las víctimas o donantes de estos vampiros sean personas de baja autoestima, a las que les cuesta mantener la distancia y que bien participan en la pelea, bien se retraen llorando. El ejemplo de un maltratador podría estar también en esta categoría. Son vampiros bastante peligrosos y fáciles de reconocer a simple vista, aunque pueden presentar trastornos de personalidad e ir fluctuando de seres pacíficos a agresivos.

2. El vampiro lunar está también muy presente en nuestra sociedad. Se trata de personas pasivas que en apariencia no nos generan problemas. Pero son seres con baja autoestima y que continuamente sienten lástima de sí mismos. Al quedar con ellos, no harán más que contarnos desgracias, suyas o ajenas, y se sienten “realizados” cuando a alguien le va mal, aunque en apariencia digan que esto les duele. Son vampiros silenciosos que se alimentan del dolor ajeno. Si se sienten atacados, se vuelven aun más indefensos y débiles y rompen a llorar o tienen ataques de ansiedad o depresión. La forma en la que absorben la energía parece inadvertida pero uno se siente como vaciado después de hablar con ellos. Este tipo de vampiros traspasan su energía negativa a los demás y así se sienten más calmados. Su lema podría ser: “ya sé que no me siento feliz, pero a los demás les va igual de mal o incluso peor, así que para mí aun hay esperanzas”. Desgraciadamente todos nos hemos sentido así alguna vez, me parece.

3. Otra categoría de vampiro en la que por desgracia me incluyo a mí misma es la de vampiro energético activo. No es que le chupe la sangre a nadie en el sentido literal, pero como lo decía más arriba, unos vienen con más carga energética que otros a este mundo. En mi caso, por ejemplo, siempre tengo frío, salvo cuando las temperaturas superan los 25 grados, siempre tengo las manos y los pies fríos. Así, busco cercanía con personas que son más calurosas que yo (véase, mi pareja). Este tipo de personas pueden tener un contacto táctil muy cercano con personas allegadas de confianza: necesitan el calor de otras personas o animales (véase gatos o perros) para sentirse mejor. Creo que no sólo se trata de vampirismo energético puro, aquí hay también un componente emocional. Es decir, me siento frío por fuera, porque me falta amor, cariño. Pero mi forma de buscar la energía no es negativa, no es buscar bronca o compartir problemas míos o ajenos, sino compartiendo cariño y cercanía. Otra cosa es que este cariño y cercanía pueden llegar a ser un tanto asfixiantes, a veces fuera de lugar. Puede tratarse de personas con traumas en la infancia, falta de amor por parte de la familia, también baja autoestima.

4. El caso contrario de este tipo de vampiro puede ser el típico huraño, que no quiere que nadie se le acerque, ni nadie le toque… pero incluso este distanciamiento es una forma de contacto a nivel energético. Se crean lazos de rechazo, de hacer sentir al otro que uno está mal, pero que además no quiere ningún tipo de ayuda, pues es la víctima, el ser al que nadie quiere… Vamos, el típico que no se deja querer. Si el tipo anterior era un vampiro energético activo o por exceso, éste último es vampiro energético pasivo o por defecto. Son personas que aunque no compartan nada de su vida con los demás (no cuentan problemas suyos ni ajenos), muestran tal frialdad e indiferencia a sus seres queridos, que éstos se pueden llegar a sentir heridos, especialmente si son personas susceptibles o si esa persona en cuestión es alguien muy cercano. Las causas, las mismas que las mencionadas arriba, aunque aquí podemos añadirle dosis de soberbia o sentirse superior al resto, de modo que los demás no “merecen” su atención.

Supongo que podría haber muchas más categorías. Yo básicamente reconozco estas cuatro. Al menos puedo catalogar a no pocos en dichos apartados. Al fin y al cabo se trata de retroalimentar nuestra vitalidad. Por supuesto hay muchas más formas de hacerlo, pero el contacto entre seres humanos es la forma más clara, pues no estamos solos en este mundo y todo se basa en la interacción de unos con otros. Si os habéis sentido identificados con alguno de estos tipos, seguro que pensaréis en la forma de cambiar o dejar de ser tóxicos. Esto merecería un nuevo artículo seguramente.

Pero como dicen los Vedas y la psicología actual, la verdadera vitalidad parte de uno mismo. La felicidad está dentro de cada uno de nosotros, no en los demás. Si nos sentimos felices y contentos con nosotros mismos, no necesitaremos robarle la vitalidad a los demás ni pretender que otros nos hagan felices. El problema es que esto último no es tan fácil: requiere de autoconocimiento continuo, de aprendizaje y de mucha constancia. Pero al menos si nos damos cuenta de que reconocer el problema es el primer paso, podemos decir que estamos en el camino correcto.


Volver a la Portada de Logo Paperblog