Una de las pocas funciones útiles que ya tiene Facebook es la de recordarnos fotos de años pasados, atesoradas por ellos como infinitos big data, pero que a veces nos sacan una sonrisa, y un buen recuerdo. El mío en este caso fue la escala de un crucero en la bella Corfú , isla griega en la que, según la mitología, tuvo lugar la boda de Medea y Jasón, y cuyo enlace, acabó de manera trágica. El recuerdo mas poderoso que me lleve de allí , fue este fresco titulado El Triunfo de Aquiles , obra de Franz Matsch en 1892. Es un mural de grandes dimensiones, en el conocido como Achilleion en Corfu, en el que se ve a Aquiles glorioso, rodeando Troya, con el casco de Hector y su cuerpo arrastrado ante los ojos de su padre y Rey Priamo . Aquiles lleva su escudo de oro, con su medusa, sus caballos Janto y Balio, negros como las velas de los mirmidones, y al fondo parece que las Puertas Esceas no aguantarían la fuerza de Aquiles en ese momento .
A veces el tiempo viene como Aquilles a Troya, gritando nuestro nombre y obligándonos a salir, a enfrentarnos a él, incluso cuando sabemos, como le pasó a Héctor, que aquella batalla no la podría ganar, y que su destino, como luego el de Aquiles, estaba marcado. Héctor nos demostró que no siempre la gloria y la eternidad es solamente para los vencedores, y que el valor, la templanza y la defensa de los tuyos puede ayudarte a no ceder ante las bravuconadas de Aquiles . Aquella visita me hizo admirar mucho mas a Héctor, y a realizar las oportunas libaciones en su honor, utilizando en esta ocasión este vino de la Ribera del Duero.



