Revista Coaching

Venecia

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

MARIA 048

Hola, amigos. Ahora que ya estamos prácticamente en verano, vuelvo con mi pequeña sección de viajes en Creando felicidad. Viajar es una de las cosas que más me apasionan, es algo que me abre la mente; viajar supone para mí aprender, sorprenderme, saciar mi curiosidad, me inspira y me llena de ilusiones. Pero llevo una temporadita en España, porque aun desconozco mi próximo destino europeo y no quiero estar danzando por ahí, como mi familia a veces dice. Así que poco a poco, os iré contando curiosidades o impresiones de aquellos viajes que más me han impactado, que más me hicieron disfrutar y conocer: Japón, Costa Rica, y por supuesto nuestra querida y vieja Europa. Hoy os quiero hablar de un país del que siempre he estado enamorada y que volveré a visitar tantas veces como pueda… Italia.

Italia es para mí de color naranja o miel, es un país de callejuelas estrechas y balcones con flores fucsias, casas descoloridas y portales desvencijados. Una mezcla de nostalgia que convive con lo moderno. Uno de mis primeros viajes a Italia fue a Venecia. Muchos habrán visitado esta hermosa ciudad en su viaje de instituto, otros lo habrán hecho con su pareja, no en vano Venecia es una de las ciudades obligatorias para los enamorados. Yo la visité con amigas, y en una época muy señalada: en Carnaval.

Fue un viaje de sólo un fin de semana, pero lo guardo con mucho cariño en mi memoria. No, no subí a la góndola oyendo cantar al gondolero de turno, conquistándote con su voz melodiosa en italiano y luciendo sus fuertes brazos esculpidos por su duro trabajo diario. Tal vez deseaba poder volver a esta ciudad con alguien muy especial. Y aun lo tengo pendiente.

Aunque Venecia decepciona a más de uno. Algo curioso y nada justo, pero es que tenemos demasiadas expectativas puestas en esta bella ciudad. La hemos visto en muchas películas, en numerosos cuadros, observamos maravillados el puente de Rialto y el Gran Canal en un sinfín de fotografías, es como si conociéramos en detalle la plaza de San Marcos, llena de miles de palomas, en la que se pagan fácilmente 10 euros por una taza de capuccino. Puentes, canales, plazoletas que surgen de improviso, callejuelas estrechísimas y oscuras, ventanas con barrotes rococó, edificios barrocos iluminados por la noche, moverse en vaporetto o en góndola por los canales. Sorprenderte con rincones inesperados, únicos, sentir que el tiempo se ha detenido en esta bulliciosa y eterna ciudad.

Venecia sigue siendo única: calurosa en verano, fresca en invierno, repleta de turistas en cualquier época del año. Nunca vas a sentirte realmente solo. Es además una ciudad muy cara, y aunque siempre habrá alguna oferta de hotel que puedas pillar a última hora, alojarse en el centro no es para todos los bolsillos.

Venecia es un carnaval en cualquier época del año. Puedes verla con los ojos de estudiante, que llega con sus amigos para liarla, paseándose con los “minis” por sus ruidosas calles de noche; o con los de una persona culta y mayor, como el personaje de Thomas Mann en «La muerte en Venecia», pasmado por su increíble belleza, sus atardeceres llenos de luz y sufriendo por un amor prohibido. Verás de todo: gente sencilla en busca de su porvenir, vendiéndote cualquier baratija a modo de souvenir o parejas de “alto standing” que se gastan cientos de euros en el alquiler de un traje de carnaval para una noche, tomando sorbos lentos de Spritz en las terrazas de los hoteles más lujosos, mientras observan la vida pasar con cierto deje de satisfacción e indiferencia.

Venecia, la ciudad que durante más de 1.000 años ha sido una de las potencias económicas más grandes de toda Europa, el puerto comercial del corazón europeo; ciudad natal del personaje histórico famoso por sus conquistas femeninas como Giacomo Cassanova; ciudad del arte, del agua y de las populares máscaras venecianas, tras las que no pocas féminas escondían sus más temibles secretos. Luz y oscuridad, verdad y mentira. Venecia, una de las maravillas del mundo, sumida en un espacio de lujo y pobreza que conviven codo a codo con algo inalterable: su innegable belleza y su historia llena de esplendor.

¿Y a vosotros, qué os inspira Venecia?


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