El señor Jaume Balagueró sabe respetar los límites del fantástico, esos que marcan la diferencia entre una fantasía asumible y otra desbarrada, en la que vale todo encaje o no. La evidencia la tenemos en esta aleación entre cine negro y cine de terror, lo que podría revolotear por los cerros de Úbeda y convertirse en un pestiño infumable es, en realidad, un producto de consumo apto para todo buen paladar, del que sacarán buenas sensaciones tanto los amantes del policíaco como los del fantaterror. La contención es la clave, y en eso, insistimos, el director leridano se maneja como lo que ya es, un cineasta de primer orden
Puntuación @tomgut65: 7/10