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Película con una mirada distinta, experiencia cuasi subjetiva, con la cámara a ras de la protagonista, una niña de seis años que afronta un primer verano junto a sus tíos, sin sus padres; cámara nerviosa, tempo lento, perspectiva infantil, evocación de la infancia perdida, sensibilidad poética, un trasfondo dramático que vamos descubriendo poco a poco. Es una ópera prima hecha en estado de gracia porque es muy complicado contar lo que cuenta sin caer en lo dramático y lo lacrimógeno y en cambio conmueve profundamente transportándote a ese pasado dramático con sutileza, mimo y un exquisita observación del detalle.