Revista Cultura y Ocio

Vergüenza de Europa

Publicado el 17 agosto 2013 por Misafueras
Hace dos años, cuando en Egipto Mubarak fue derrocado, los consentidores y valedores de treinta años de dictadura, a saber, Estados Unidos y, cómo no, mi querida Europa, escenificaron algo así como la regresión de una ceguera que les había impedido ver qué clase de amigos habían tenido durante tanto tiempo.
Después de la caída de ese régimen aliado, esta Europa sonrojante no facilitó que allí llegase a haber un presidente electo aunque, al menos, no se interpuso para que eso ocurriera. Lo triste, como si no hubiera pocas tristezas, es que no se aseguró de que nada, como, por ejemplo, un golpe de los militares, truncase la realidad democrática.
Hay y habrá muchas críticas contra la victoria de los Hermanos Musulmanes en aquellas elecciones, pero lo cierto es que éstas se produjeron y el pueblo pudo decidir con sus votos. También es cierto que el islamismo ganó terreno en un país que no parecía querer continuar con ese modelo de injerencia religiosa en la vida civil, tan en la línea del depuesto Mubarak. Por si éso fuera poco, la Constitución que se legitimó no dejaba de ser una Carta deficiente que el presidente Morsi se negó a tratar de mejorar.
Cuando Egipto se encuentra al borde de la guerra civil (algo de lo que ningún país acaba de recuperarse nunca...), con miles de ciudadanos por caer y la sangre de los que ya han muerto corriendo aún, estadounidenses y europeos se echan las manos a la cabeza, denunciando la brutalidad del ejército y la desproporción de su intervención. Y todavía hoy, con Morsi arrestado y el estado de derecho suspendido, esta Europa que ruboriza hasta al más pintado dice que allí no ha habido un golpe de estado y, cómo no, se sacude una vez más la obligación de trabajar para que los egipcios lleguen a vivir en un país libre algún día.
Parece que todo da excusas a Europa para meterse donde no la llaman o desentenderse de lo que no le conviene. En el caso de 2011 fueron las 'revoluciones árabes'. Ahora es la falta de evidencias...
¡Qué lamentable! Me avergüenzo al mirar hacia la Europa de la que, supuestamente, y según para qué menesteres, España forma parte, aunque no me abochorna menos que vivir en un país que da pábulo a tanto cínico.

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