- ¡Pardiez, Don Luis, dióme usted un susto de muerte!
- No fue mi intención, ay ninfa mía, présteme atención y no se ría. - Hiélome de frío caballero, mas relate usted que pongo esmero.- Tengo por costumbre allá en el cielo, observarla a usted tocando el chelo. - ¡A Dios pongo por testigo, de que el chelo no toco ni por castigo!- ¡Cágome en Quevedo una y mil veces, equivoquéme de nuevo con mis lindeces!- Ya que hizo el viaje que no sea en vano, y léame el futuro aquí en mi mano.- Modestamente sublime, ciñe la cumbre un laurel, coronando de esperanzas al piloto que lo ve.- No me venga caballero con sonetos de soplillos, que una no tiene hoy el chocho, para tantos farolillos. - Su sino es humano, y aunque poco sano, llorará usted sin premio y suspirará en vano.- Aunque etéreo hidalgo sea y ya divino, váyase usted, aguafiestas, por donde vino.Revista Humor
Esta madrugada, sobre las 4.00 h. y mientras me debatía entre la fiebre, la tos y los mocos, he oído un ruido sospechoso en el salón, por lo que presta y valiente (como acostumbra a ser mi persona) he bajado espada láser en mano, a ver qué es lo que se terciaba. En la penumbra he adivinado la sombra de un hombre, que al ser iluminado con la luz galáctica, he reconocido de inmediato como don Luis de Góngora.