Revista Cultura y Ocio

Viajamos al París literario

Por Eltiramilla

En París no sólo se respira glamour, también literatura, ¿damos un paseo por sus calles? Nuestro primer destino tiene que ver con uno de los más grandes y leídos, con un escritor de innumerables aventuras al que se le considera uno de los precursores de la ciencia ficción: Julio Verne. Os hablo del autor de La vuelta al  mundo en 80 días, De la Tierra a la Luna, Veinte mil leguas de viaje submarino o Miguel Strogoff.Viajamos al París literario En el Parque de la Villette, a las afueras de París, se encuentra un precioso tiovivo con motivos de varias de sus obras: un cohete, el Nautilus, un globo… Una delicia tanto para los más pequeños como para los más mayores.

Viajamos al París literario

Seguimos caminando y nos dirigimos a la plaza de Malesherbes, donde sobre una estatua nos esperan Alejandro Dumas y su personaje más conocido, el mosquetero D’Artagnan, que nació en Gascuña y viajó a París en pos de un sueño: convertirse en uno de los mosqueteros de Luis XIV. ¿Os suena la frase “Uno para todos y todos para uno”? La estatua, de bronce y diseñada por Dore, fue inaugurada en el año 1883.

En 1776, en el número 51 de la calle de los Grands Augustins, se construyó una casa que a mediados del siglo XIX terminaría siendo un burdel un tanto particular. Los comerciantes llegaban hasta él navegando por el Sena y se dejaban allí sus pasiones y parte de sus ganancias; por su parte, las meretrices comprobaban la autenticidad de las monedas rayando con ellas los espejos que cubrían la escalera del lugar.

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 ¿Que qué tiene esto que ver con la literatura? Resulta que por ese burdel pasaron Flaubert, Zola y Victor Hugo, entre muchos otros. Hoy está reconvertido en el Restaurante Laperouse, pero sigue conservando la alegría de aquella época en su fachada y parte del mobiliario.

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Si hay un rincón literario por antonomasia en esta ciudad es sin duda el Palacio Garnier, hogar del espectro al que Gaston Leroux dio vida a principios del siglo XX en El fantasma de la ópera. Un extraño habitante, un teatro, accidentes que aterrorizan al personal, un oscuro ángel guardián que protege la carrera de una joven corista llamada Christine… El fantasma de la ópera de Leroux, inspirada en otra de George du Maurier, es una obra llena de matices… y pasadizos secretos. ¿Existirán de verdad en la Ópera Garnier? Lo que es seguro es que nunca hubo ningún fantasma habitando sus galerías, aunque sí es cierto que en la Semana Sangrienta de 1871 en los sótanos del palacio fueron torturadas y asesinadas miles de personas. El violín negro, de Sandra Andrés Belenguer, también bebe de esta intrigante leyenda fantasmal.

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Aprovechando que nos hemos puesto un poco tétricos es buen momento para hacer una parada en el cementrio Père Lachaise. En él se encuentra una tumba muy especial, la de un grandísimo escritor que murió en la indigencia cuando sólo tenía cuarenta y seis años: Oscar Wilde, autor del “retrato” más conocido, el de Dorian Gray. La tumba, construida en piedra clara y con una estatua de estilo egipcio esculpida por el estadounidense Jacob Epstein, está repleta de los besos y mensajes que dejan los admiradores de Wilde.

Parada también obligada es la maravillosa Catedral de Notre Dame, con sus dos torres y sus extraordinarios rosetones, y rodeada por las aguas del Sena. Os hablo de la “casa” del jorobado Quasimodo, el protagonista de Nuestra Señora de París (de Victor Hugo), que sueña con conseguir el amor de la bella gitana Esmeralda y se encarga de hacer sonar las campanas de la magnífica catedral. Cerca de Notre Dame hay multitud de cafés y hotelitos que llevan el nombre del padre literario de Quasimodo. Además, todavía se conservan las dos casas en las que vivió Victor Hugo: el palacete de Rohan-Guéménée, en la Place des Vosges (de 1832 a 1848), y Hauteville House, donde en 1862 terminó de escribir Los miserables.

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Sin alejarnos mucho de Notre Dame, prácticamente a una orilla de distancia se encuentra una librería muy singular. Por fuera es bellísima (edificio antiguo, flores y plantas en la fachada…), y por dentro reinan el caos y la fantasía… y se toma el té.  Sus jóvenes libreros viven y duermen allí mismo, alguna que otra vez han llegado a atender al público en pijama y permiten a los clientes sacar los libros de las estanterías para leerlos tranquilamente en la plaza pegada a la librería, una plaza que tiene su propio pozo de los deseos. Bienvenidos a la librería Shakespeare and Company, situada en la calle de la Bûcherie, frente a Notre Dame y en pleno Barrio Latino (uno de los más icónicos y animados de París).

París ha tenido dos famosas librerías Shakespeare and Company. Una de ellas fue la de Sylvia Beach, la editora del Ulises de James Joyce. Amiga del propio Joyce, T. S. Eliot, Scott Fitzgerald y Hemingway, Sylvia primero tuvo su librería en el número 8 de la calle Dupuytren y más tarde la trasladó al número 12 de la calle de l’Odeon. En 1941 no quiso vender una copia de Finnegans Wake, de Joyce, a un oficial del ejército nazi y por ello fue arrestada e internada durante seis meses en un campo de concentración. Al finalizar la guerra no volvió abrir su negocio.

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La otra Shakespeare and Company, precisamente la de la calle Bûcherie, la inauguró en 1951 George Whitman, sobrino-nieto del poeta Walt Whitman. Al principio llamada Librería Le Mistral, en ella ofrecía alojamiento a viajeros, escritores y artistas a cambio de que trabajaran allí un par de horas; además, todos los domingos les preparaba un gran desayuno y les recomendaba leer un libro al día mientras durase su estancia allí. A mediados de los años sesenta, y en homenaje a Silvia Beach, George rebautizó la librería con el nombre de la antigua Shakespeare and Company. Por ella pasaron Henri Miller, Sartre, Simone de Beauvoir, Breton, un joven Tony Blair con su guitarra y muchos otros.

Durante sesenta años George trabajó duramente para que Shakespeare and Company fuera una librería independiente, una institución de renombre y un “hogar” para visitantes de todo el mundo. En 2006 fue galardonado con la Orden de las Artes y las Letras por su contribución permanente a las artes. El 14 de diciembre de 2011, dos días después de su 98 cumpleaños, George Whitman murió en su casa, un apartamento situado encima de la librería. Fue enterrado en el cementerio de Père Lachaise en la buena compañía de Oscar Wilde, Balzac y muchísimos otros artistas de todos los tiempos. Después de una vida entera dedicada a la literatura, el ya apodado Don Quijote del Barrio Latino será recordado por su espíritu libre, su excentricidad y su generosidad. Como bien rezan los versos escritos en la pared de la tienda: “No seáis inhospitalarios con los extraños, podrían tratarse de ángeles disfrazados”. Hoy la librería sigue abierta: la regenta su hija Sylvia Beach Whitman.

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La última parada de este tour literario es la estación de trenes de Montparnasse, en la que vive el niño protagonista de La invención de Hugo Cabret, de  Brian Selznick. El libro, ambientado en el París de los años 30 del siglo pasado, narra la increíble historia de Hugo, un niño huérfano que trabaja como relojero de la estación de ferrocarril de Montparnasse y que busca un mensaje de su padre muerto en el mecanismo de un misterioso autómata.

Estaréis cansados y hechos polvo: hemos recorrido la ciudad prácticamente de norte a sur, de este a oeste. Por eso, hasta aquí llega nuestro viaje por los rincones literarios parisinos. Hay más de los que os he mostrado: seguramente si nos adentramos en las innumerables callejuelas de esta bella ciudad, descubriremos un sinfín de lugares relacionados con buenos libros, personajes literarios memorables y grandes escritores. Es lo bueno que tienen las ciudades con tanta historia, que siempre nos sorprenden con algún detalle desconocido y maravilloso.


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