El Mundo dedica un especial a los campos de exterminio nazis en Polonia. Un recorrido por Treblinka, Auschwitz y Birkenau, entre otros, que muestra el estado en el que se mantienen, explican cómo funcionaban y la trágica memoria que han grabado en la memoria colectiva de los vecinos de estos lugares. Un reportaje de FERNANDO PALMERO y JOSÉ SÁNCHEZ TORTOSA.
Viaje al corazón del exterminio EL VIAJE
El 27 de enero de 1945, el campo de concentración de Auschwitz fue liberado. La fecha, de la que este año se cumplen 65 años, sirve para recordar a las víctimas del Holocausto. Como homenaje, ELMUNDO.es recorre los lugares olvidados, entra en el corazón del exterminio judío en Polonia.
El 20 de enero de 1942, en una mansión de las afueras de Berlín, en la calle Wannsee, se reúnen jefes de la Gestapo, las SS, técnicos de los ministerios de Interior, Justicia, Relaciones Exteriores, del Partido y otros organismos del Reich alemán. Su objetivo: coordinar las distintas operaciones de exterminio masivo de población judía que se estaban llevando a cabo desde el verano anterior. El 8 de diciembre —un día antes de la fecha inicialmente prevista para la reunión, aplazada probablemente, según varios autores, por la entrada de EEUU en la guerra— había comenzado a funcionar el primer centro de administración de la muerte en la localidad de Chelmno.
Lo que se decide en aquella reunión recibió el eufemístico nombre de Solución Final y su objetivo no era otro que el de la eliminación física de 11 millones de judíos en toda Europa. Para llevarla a cabo, se orquesta la llamada 'operación Reinhard', que preveía la instalación de tres centros de exterminio (Bélzec, Sóbibór y Treblinka), esto es, campos no de trabajo ni de concentración, sino lugares en los que las personas eran eliminadas en intervalos de tiempo que no superan las cuatro horas. La experiencia acumulada durante los programas de asesinato de los enfermos mentales y los discapacitados años atrás iba a servir de punto de partida para el nuevo propósito. Como responsable máximo Himmler nombró al comandante de las SS Odilo Globocnik, y el núcleo de la unidad que éste formó, tal y como expone Israel Gutman, «estaba integrado por efectivos que habían participado previamente en la 'operación Eutanasia', que se ocupó del asesinato de enfermos, lisiados, y retrasados mentales alemanes con el objetivo de purificar la raza aria. Esta operación fue interrumpida oficialmente a mediados de 1941, y sus hombres, con experiencia en el asesinato mediante gases, fueron incorporados a la 'operación Reinhard'». Para llevar a cabo la orden encomendada, Globocnik utilizó, además, el ya existente campo de Majdanek, junto a la ciudad de Lublin, donde tenía su cuartel general. La operación se dio por terminada en 1943, y durante ese año los objetivos del extermino se habían centralizado ya en Auschwitz, con una cámara de gas, que se amplió con un segundo campo, Birkenau, con cuatro, y un tercero, Monowitz, conformado por una red de casi 50 campos de concentración que abastecían de mano de obra esclava a la Buna, nombre de la fábrica de caucho sintético de la IG Farben, la compañía química más importante de Alemania. En nuestro viaje visitamos estos seis campos de exterminio, para lo cual recorremos en coche casi 1.800 kilómetros durante una semana en el interior de Polonia. Desde Varsovia, nos dirigimos primero a Treblinka; de allí a Lublin, en cuyas cercanías se encuentran Majdanek y Sóbibór; el cuarto campo al que llegamos es Bélzec, luego el complejo de Auschwitz, cerca de Cracovia, y finalmente Chelmno, para volver de nuevo la última jornada a Varsovia.
TODO HA SIDO BORRADO
Viajamos a los lugares olvidados, al corazón del exterminio judío en Polonia, con la certeza de que nada veremos, de que las pruebas han sido borradas, y de que no encontraremos sino lo que llevamos en nuestra memoria y en las notas arrugadas de nuestra biblioteca, donde todo tiene sentido, donde podemos acercarnos a la totalidad del relato, donde todo es real y poliédrico, donde hay personajes, parajes, arquitecturas concretas descritas minuciosamente por los supervivientes y de las que nada queda ahora. Todo ha sido borrado. El Holocausto sólo es posible en el ámbito de lo literario, incluso, para aquellos que estuvieron condenados de antemano a la aniquilación y lograron escapar. «Yo mismo me vi obligado a escribir en mi Diario de la Galera», reconoce Imre Kertész, «que el campo de concentración sólo es imaginable como literatura, no como realidad». Pero ¿es acaso el del Holocausto un relato mitológico, que juega el papel de advertir e instruir, de prevenir de los peligros que encierra el alma humana? Hay quienes reivindican la memoria porque creen que el hombre aprende de los errores cometidos («Nunca jamás», dicen). No es nuestro caso. Emprendemos este viaje por los campos de la muerte con la certeza de que el Holocausto sienta un precedente que se ha convertido en la tentación inconsciente de las sociedades contemporáneas. Ninguna esperanza de redención de la Humanidad nos mueve. Sólo la de comprender, la de reconocer, la de la obsesión por la cronología y la descripción minuciosa de lo acontecido, paso a paso: la identificación, la exclusión, la expropiación, la segregación y el gueto, el viaje, la cosificación, la muerte, el fuego, las cenizas sobre los campos o en las aguas del río. «La humana», escribe Gabriel Albiac, «es una especie predadora. Las barreras con que buscamos acotar el esencial automatismo sanguinario de la especie están siempre bajo asedio, son siempre líneas de defensa vulnerables. No hay territorio de civilización que haya sido conquistado para siempre». Sabemos que si ha ocurrido en el corazón de nuestra cultura, en la nación que mejor representaba la culminación del espíritu ilustrado en la Europa de entreguerras (y de ahí su singularidad frente a los otros genocidios del siglo) volverá a ocurrir porque «fueron hombres quienes a otros hombres hicieron esto», como recuerda Zofia Nałkowska. No eran monstruos, eran ciudadanos libres. No fueron sólo los dirigentes nacionalsocilistas quienes perpetraron el Holocausto. Fue, como deja constancia el libro de Goldhagen, Alemania entera. El Ser Humano, con mayúsculas, escribe Kertész, «no puede salir intacto de Auschwitz».
Para seguir leyendo:
- TREBLINKA
- MAJDANEK
- BÉLZEC
- SÓLIBÓR
- AUSCHWITZ
- CHELMNO
- IMÁGENES
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 10 julio a las 20:10
b7Manuel, a mi me encanta que la gente se queje. O mejor no, non me gusta (y aqued me estoy qujneado :D). :D recuerdo que me conte1bais Sole y tfa del campamento de verano; sereda de pensar que casos ased sean aislados. Quize1s, ojale1, las voces que se han levantado en nuestro colegio fueran sf3lo una minoreda, aunque ruidosa.b7Jose9, muchas gracias por tus palabras. Estoy pensando si enviar un mensaje de apoyo a la directora (no es responsable directamente pero sed representa a la institucif3n escole1stica), a delegacif3n e incluso a la empresa de catering (comentando tambie9n que9 cosas sed espero vayan arreglando). Es tan importante criticar como apoyar.b7Eugenia, de veras que tenemos que quedar con tranquilidad :) Gracias.b7Fer, llamarla obsesif3n es una hipe9rbole meda. Digamos que me interesa mucho cf3mo llega la comida a nuestras mesas es un intere9s hacia la cocina que incluye tambie9n economeda, medioambiente, sociologeda Con eso quiero decir que no es sf3lo un intere9s gourmet', elitista. Quiero saber que9 me meto en la boca y que9 conlleva eso; no es algo que echo en cara a nadie, aunque sed me gustareda que hubiera me1s y mejor informacif3n acerca de estas cosas.Gracias por los cumplidos, eres un credtico genial!