11 de Diciembre Concierto para piano n.º 18 en si bemol mayor, K. 456 1: Allegro vivaceWolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)
Seleccionar un concierto para piano de Mozart es una tortura. ¿Cómo, cómo elegir? Escribió más de veinte, el primero a los once años, el último uno antes de morir. Cada uno es a su modo una obra maestra. En conjunto ofrecen una panorámica de la evolución musical desde el barroco tardío hasta el primer clasicismo, aunque los últimos van incluso más allá de lo que harían con el género Beethoven y otros grandes románticos.
El artesano italiano Bartolomeo Cristofori había construido el prototipo de lo que luego acabó llamándose piano, pero el público en general no lo conoció hasta 1711. Aunque Haydn trató de componer un concierto para el nuevo instrumento, fue Mozart quien realmente reveló las maravillas que podían arrancársele, sobre todo cuando se combinaba con una orquesta completa.
Estos conciertos figuran entre mis amigos musicales más íntimos, cada uno ofrece una clase distinta de compañerismo, contemplación o consuelo. Me enamoré de ellos cuando tenía once años (del número 23, por si quieren saberlo). Durante unas vacaciones estivales encontré una casete que iba de un lado para otro y al final la puse.
Ahora no concibo mi vida sin ellos. Me han acompañado en multitud de ocasiones, han sido la música de fondo de historias de amor, de corazones rotos, de coladas interminables, de preparación de cenas, de corrección de exámenes, de redacción de artículos, de viajes en avión, de desplazamientos en metro. Han estado presentes siempre que los he necesitado (y fuera cual fuese el motivo). Como estímulo vital merecen toda mi confianza.
Al final no podía, en buena fe, recomendar uno y rechazar los demás, así que hice trampa y elegí el concierto que probablemente escribió para Maria- Theresia von Paradis (25 de junio). Pero, por favor, considérenlo un simple punto de partida, ¡y oigan todos los demás!
Clemency Burton-Hill