Pues en un segundo año consecutivo, repetimos navidades y fin de año viajero.
Hemos despedido el año haciendo una visita a Bruselas, la capital y ciudad más grande de Bélgica, y la principal sede administrativa de la Unión Europea.Decidimos pasar el fin de año en la capital de la provincia de Flandes Occidental. Brujas, una preciosa ciudad belga con todo el encanto que se le puede pedir a estas fechas.Esta vez las rutas gastronómicas han estado acompañadas, como no podía ser de otra manera de cerveza y gofres. La verdad que no “me gusta” y nunca bebo este líquido elemento, pero no podía dejar de hacerlo en un país como Bélgica. Y sobre los gofres, que decir, me encantan los gofres de Liege (tiernitos, jugosos, azucarados…) y menos los de Bruselas (muy bonitos y crujientes).He tomado cervezas suaves y casi todas aromatizadas. Sitios curiosos (muy curiosos), lugares clásicos, restaurantes de comida casera, desayunos de lujo… todo acompañado de la mejor compañía.Bueno, no me lio más. Aquí os muestro como nos hemos puesto las botas estos días allí en el centro de Europa. Buen desayuno en casa y de camino al aeropuerto de Granada, destino Barcelona. En Barcelona ya me encontré con mi querida pareja de viaje. Corre, corre que te pillo que nos vamos a Bruselas.Nada más llegar al aeropuerto de Bruselas tomamos un cercanías que nos llevaría a la estación central de la ciudad.Y ya estando en tierra firme, con maletas en mano y mochila a la espalda, porqué no ir a ver a el Mannekken Pis. Andando unos minutos llegamos. Allí estaba el pequeño, en pelota picá y con la churrilla al aire. El niño meón nos aconsejó que tomáramos un gofre allí mismo, en la cafetería Maison Dandoy. Como no habíamos almorzado, nos propusimos una buena merienda. La Maison Dandoy es un salón de té donde se puede tomar uno de los mejores gofres (waffles) de la ciudad. Sirven dos tipos de gofres: uno belga (menos masa y más crujiente) y otro llamado lingerie (más masa, el más internacional). Los sirven con todo tipo de salsas, helados, y demás. Tomamos uno de cada con chocolate caliente. El precio del gofre oscila entre los 4'50 y 5'60€ (bien para la zona), aunque puedes encontrarlos más baratos en los puestos de las calles (por 1€), pero no serán igual de buenos. Desde allí fuimos directos al hotel. El Aloft Brussels Schuman Hotel. Alojamiento totalmente recomendable. Es muy moderno, cómodo y pensado para satisfacer las necesidades del cliente. Las habitaciones son amplias, con camas cómodas y enormes. Tiene un diseño sencillo y acogedor.La televisión es muy grande. Tiene servicio de té y una nevera vacía para que la utilice el cliente. Cuenta con servicio de plancha en la habitación. En el desayuno, te cobran por número de ítems que tomas. 3 ítems son 6 euros, 5 item 10€. Tiene gimnasio y zona de ocio con billar, futbolín, Wii y dos ordenadores MAC, todo gratuito.La ubicación es excelente, junto al Parlamento europeo, a 50 m de la parada de metro Schuman, rodeada de parques (Leopold, Cincuentenario) con supermercados próximos y zonas donde comer o cenar (sushi!!!!!).
Esa misma noche, compramos en el súper de al lado, algo para desayunar en la habitación al día siguiente y nos fuimos a cenar al Restaurante Sushi´s que había detrás del hotel. El local muy moderno. Era una fusión de Japo con Disco de Sábado noche. Luces fosforitas que hacían que el salmón cambiara su color anaranjado por el rosa chillón. Curioso sitio donde tomar unos niguiris, unos makis y una sopa calentita. La verdad que unos buenos menús a buen precio. Sopa o ensalada + cuenco de arroz + un plato de maki ó niguiris ó sashimi por 12,90 €.
Al día siguiente salimos hacia el centro de Bruselas. Vimos todo el centro y de nuevo a nuestro niño meón, a su hermanita y su perro.Visitamos un bar súper curioso. Le Cercueil. Me encantó.Está situado justo en frente del ayuntamiento de la Grand Place (al lado de la casa del rey). Es un cutre antro súper rockero, pero la mayor característica es que te tomas la cerveza encima de un ataúd y rodeado de calaveras y esqueletos. ¡Puedes beberte la cerveza en una calavera! El camarero habla español así que podéis pedirle recomendaciones. Yo me tomé una cerveza de coco y como no podía ser de otra manera me la sirvieron en la mitad de una cascara de coco. Después de pasear, fuimos, muy cerca de Jeanneke Pis(versión femenina del Manneken Pis) al Delirium café. Es uno de los bares más conocidos de Bruselas. Tiene el Record Guinness de tener más cervezas del mundo, incluyendo la suya (delirium tremens, la del elefantito rosa) e incluso de cactus que es la que yo tomé.La casa es preciosa y la habitación de lo mejor. No estuvimos en la suite (que tiene chimenea) pero nuestra habitación era magnifica. Una cama muy cómoda, todo con una decoración exquisita. Juego de café para prepararte una infusión de madrugada. El baño con champú, gel, toallas y secador. La mejor manera de recibir el año. Está en el centro de Brujas. El salón para el desayuno precioso, con una cúpula de cristal, árbol de navidad y sofás y gatos a juego. (2 animalitos preciosos y cariñosos) El desayuno completo con bollería, pan, embutidos, leche, café, infusiones, zumo natural de naranja, mermeladas, mantequilla, bizcocho, galletas e incluso nos sirvieron una copa de champan el día 1 en el desayuno para celebrar el nuevo año. Las dos chicas que nos atendieron encantadoras. Nos entendimos perfectamente en inglés. Todo de lujo.
Dimos un pequeño paseo y fuimos a almorzar a un restaurante muy bueno y con precios bastante asequibles.
L´estaminet es un restaurante pequeñito con mucho encanto. Tienen una buena carta de cervezas y un menú muy conseguido con platos típicos y cocina tradicional e italiana. Todo es casero y muy cuidado. Conocimos a una pareja que vive en Almería. Él de esta ciudad y ella de Sevilla. Estuvimos hablando y contando nuestras aventuritas del viaje.Lo más famoso son los espaguetis, pero nosotros no los pedimos. La pareja que nos hacían compañía si los pidieron y bueno, no estaban mal.Nosotros pedimos una tabla de entremeses. Un poco de jamón, queso, unos tomates en aceite, aceitunas, salami y una salsita para acompañar. Estaba todo muy rico. La sopa del día, una cremita de verduras.Luego algo parecido a un Croque Monsieur relleno de queso y piña. Iba acompañado de ensalada. Un plato bastante consistente.Y una rica lasaña de espinacas que estaba de muerte. Venía en una fuente de loza a gran temperatura, con queso fundido… una delicia.Esa tarde nos paramos a merendar en el Medici Sorbetiere, un café de postín donde preparaban unos gofres de lujo. Todo eran detalles. Las infusiones muy bien presentadas (una de sencha lemon y otra de champagne casis) el gofre con helado y chocolate caliente, unos bombones acompañando el café… como para estar merendando a todas horas.
Pedimos un menú chirashi sushi y uno de sashimi no moriawase.https://www.youtube.com/watch?v=YwmHxWHCcdghttps://www.youtube.com/watch?v=gvqtWZUz0Pk
Decir que en noche vieja cenamos en la habitación del hotel.Como aperitivos Jamón serrano de Trevelez, tabla de quesos y unos camarones del mar del norte.Para beber dos tipos de Brugse Zot y una de Mort subite de cereza.Para comer solomillo de cerdo con salsa a la pimienta verde, puré de patatas y verduras; y lomo relleno con patatitas al vapor y verduras.De postre tomamos una tarta de frutos rojos y por ultimo las doce uvas y una botellita de Freixenet.Esta fue nuestra última comida en el extranjero.Al llegar de vuelta a Barcelona, pensamos ir a almorzar a Porta Gaig. El restaurante de Carles Gaig en el Aeropuerto del Prat.A partir de la cocina hogareña, con su dominio de la técnica, lleva platos al límite de la elegancia con unos manjares muy refinados.Justo en el piso de arriba, donde se factura, antes de pasar el control de seguridad. En una esquina de la tercera planta se encuentra este lujoso restaurante, que ofrece una barra para quienes deseen comer rápido y medias raciones, a precios más asequibles. Nosotros pedimos en menú degustación y unos platos aparte para probar más cosillas.Acompañamos la comida con un vino exquisito. Castell del Remei.Las tapitas fueron un rollito de hojaldre y aceituna negra y una galleta de mantequilla y queso. Los panes eran casaros, elaborados por ellos. Uno blanco y uno integral. Los platos que probamos fueron: crema de zanahorias; tartar de atún; canelones gratinados al estilo de la abuela María; vieiras con verduritas a la plancha; pastel de carrillera; risotto; y como postre la versión de la crema catalana, unos café y unos brownies suaves.Fue una pasada comer en un sitio así. Nos daba el solecito por una gran cristalera que te separa unos metros de la pista donde despegan los aviones. Durante toda la comida ves como despegan a pocos metros de ti, es algo alucinante.El lugar de lujo, la comida fantástica y el servicio excelente.Fue la guinda que coronó el viaje.Y nada, ahora a pensar si viajaremos antes de navidad o esperaremos todo un año a disfrutar de nuevo de unos días así. Seguro que algo cae más adelante, ¿Pero dónde la próxima vez?