Revista Cine
Victor Frankenstein (Paul McGuigan, 2015. EEUU): irrelevante lectura, en forma de posible aunque espantoso e hipervisual pastiche hollywoodiense, del clásico gótico de Mary Shelley, que elucubra con ciertas posibilidades dentro de la pareja protagonista de la célebre novela, en este caso el ayudante, narrada desde el punto de vista de este último. Puede llegar a entretener a quien tiene boca y no paladar, pero los interesantes temas que trata, como la ética científica y los dilemas que plantea el jugar a ser Dios no se quedan ni en el sustrato. Visualmente en la ola de las producciones de acción-aventura de la época bastarda que le ha tocado vivir, o sea, algo cercano a lo idiota y a los dibujos animados. Ni su director ni ningún miembro de su reparto son norteamericanos, aunque está dirigida como si fuera un film americano, y de la calaña más execrable. Qué lejos queda la extraordinaria versión de Kenneth Branagh.