Por primera vez, los científicos han identificado con certeza una colección de moléculas de carbono en Marte, utilizadas y producidas por organismos vivos.
Esto no comprueba que alguna vez haya habido vida en ese planeta. Las mismas moléculas de carbono, clasificadas en términos generales como materia orgánica, también existen dentro de los meteoritos que caen del espacio. Además, pueden producirse en reacciones químicas que no involucren elementos biológicos.
Aun así, el descubrimiento, publicado el 7 de junio en la revista Science, es una pieza del rompecabezas de Marte que los científicos buscaban desde hace tiempo. En 1976, las dos sondas Viking de la NASA realizaron los primeros experimentos en busca de materia orgánica en Marte y al parecer regresaron vacías.
“Ahora todo empieza a tener más sentido”, dijo Jennifer L. Eigenbrode, bioquímica del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, y autora principal del artículo publicado en Science. “Aún no conocemos su origen, pero están ahí. Ya no están ausentes”.
La información proviene del vehículo de exploración espacial Curiosity de la NASA, que ha analizado una antigua cama lacustre dentro del cráter Gale, de 154 kilómetros de diámetro, donde aterrizó en 2012. El descubrimiento demuestra que las moléculas orgánicas pueden conservarse cerca de la superficie marciana y sobrevivir al bombardeo de la radiación del sol.
“Es muy emocionante para el estudio de la geología de Marte y la búsqueda de vida”, comentó Sanjeev Gupta, profesor de Ciencias de la Tierra en el Imperial College de Londres en el Reino Unido, quien fue coautor del artículo.
Un segundo estudio publicado en Science añade dificultades al rompecabezas marciano del metano (una molécula sencilla de un átomo de carbono y cuatro de hidrógeno) que también podría ser relevante para saber si alguna vez hubo vida ahí y si puede que aún permanezca en el subsuelo.
La materia orgánica fue encontrada en fragmentos de lodo solidificado que el Curiosity perforó en 2015. Las rocas se formaron hace aproximadamente 3500 millones de años cuando Marte estaba secándose, aunque el cráter Gale siguió lleno de agua durante largos periodos que van desde los miles hasta los millones de años.
Los fragmentos de roca fueron calentados a más de 482 grados Celsius y los instrumentos del vehículo explorador analizaron las moléculas que se desprendían ante las altas temperaturas. Después, los científicos hicieron una selección de los resultados para identificar lo que podría ser material orgánico marciano genuino.
En parte, el análisis fue difícil debido a que un contenedor de solvente dentro del laboratorio móvil del vehículo tenía una fuga, lo que originó señales confusas. Además, algunas de las lecturas se podían deber a contaminantes que se habían adherido desde la Tierra; otras se podían haber producido por combustión a medida que se calentaba la muestra, esto quizás fue lo que ocurrió en una detección previa de material orgánico del Curiosity.
“Si no teníamos la certeza, lo eliminábamos”, dijo Eigenbrode.
Al final, quedaron unas cuantas pizcas de material orgánico, incluyendo moléculas de benceno y propano.
“El trabajo detectivesco que hicieron es digno de Sherlock Holmes”, comentó Katherine Freeman, profesora de Geociencias en la Universidad Estatal de Pensilvania, quien no estuvo involucrada en la investigación. “Esto nos demuestra que antes hubo material orgánico en Marte”.
Curiosamente, los fragmentos de material orgánico que detectaron Eigenbrode y sus colegas parecían provenir de un material más complejo. Las moléculas podían proceder de una sustancia similar al querógeno, un componente de combustible fósil que se encuentra en el carbón y en el petróleo de esquisto.
Pero los científicos no pueden determinar qué eran las moléculas más grandes o cómo se formaron.
“Hemos considerado tres posibles fuentes del material orgánico: geología, meteoritos y biología”, dijo. Cuando realizaron experimentos en su laboratorio en la Tierra para hornear muestras que contenían estos tres tipos de carbono orgánico, todas las lecturas fueron congruentes con lo detectado en Marte.
Eso significa que no tienen pruebas contundentes de un origen biológico del carbono, pero tampoco descartan la posibilidad. “Está contemplada como todas las demás”, dijo Eigenbrode.
En el segundo artículo publicado en Science, los científicos dirigidos por Christopher R. Webster del Laboratorio de Propulsión a Chorro en Pasadena, California, demuestra que los niveles de metano en la delgada atmósfera marciana por lo general son muy bajos, de menos de 0,5 partes por mil millones en volumen. Pero con la información que se ha ampliado a lo largo de cinco años, los científicos reportan que los niveles de metano suben y bajan por un factor de tres, y las variaciones parecen seguir las estaciones marcianas.
En un principio, los científicos planetarios esperaban encontrar poco metano en la atmósfera marciana, ya que esa molécula se destruye de inmediato con la luz solar y las reacciones químicas. Pero en 2003, las observaciones hechas desde la Tierra identificaron columnas de metano en algunas zonas de Marte. Esas lecturas desaparecieron dos años después.
Puesto que el metano no permanece en la atmósfera, todas las cantidades importantes debieron ser liberadas en fechas recientes. El metano puede crearse a partir de interacciones geológicas entre la roca, el agua y el calor, o podría ser producto de microbios que expelen metano a manera de desecho.
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