Mi vida entonces discurría entre esas calles, en ese decorado del Madrid de los 80. Entre los 8 y los 12 años había dos sitios míticos en mi recuerdo de aquel barrio, al margen de mis carreras en bici por Colón y la Plaza de la Villa de París: uno fue el desaparecido videoclub de Barquillo Quince y, el otro, la administración de loterías de la calle Prim, que todavía sigue en pié.
En Barquillo Quince había una chica de gafas
Cuando entró el vídeo en mi casa fue una llave que me abrió la puerta a otros lugares que nunca antes hubiese conocido, gracias a interminables horas de cine en aquel televisor Grundig que mi padre trajo de Alemania. De todas formas, el primer encuentro videoclubero que tuve fue en aquel videoclub de El Corte Inglés de Princesa. Tenía una promoción los fines de semana de 4x2 (¡En plenos 80's!). Cada miembro de mi familia elegía una película y, si bien al principio solía tirar por los video/recopilatorios de Disney Channel, que incluían dibujos, demos de películas, vidoclips y series como El Zorro, poco a poco me fueron permitiendo alguna que otra película de acción (de las antiguas, que aparentemente tenían menos muertos), aventuras clásicas, Spielberg, Lucas y aventuras adolescentes tipo The Goonies.Urban warriors
Pero donde empecé a sacar mi vena cinéfila fue en el videoclub de la calle Barquillo, 15. No era excesivamente grande y tampoco tenía tantos títulos como el de El Corte Inglés, pero sí guardaban muchos clásicos. Muchos de los vídeos estaban manoseados, con el plástico roto, las carátulas desgastadas y con las cintas en estado crítico (aquel "tracking" del video hacía milagros). Allí di rienda suelta (a veces de manera 'ilegal' sin que se enteraran mis padres) a mis sesiones bizarras de terror, Schwarzenegger, Stallone, Re-animators, aliens varios, Bud Spencer y Terrence Hill, cine de artes marciales, viernes 13 y aventuras, entre otros. Reconozco que esa es mi base cinéfila, amén del buen cine que ponían en la televisión pública (excepto los domingos por la tarde con ese nefasto y traumático Estrenos TV). Luego, muuucho después, vinieron las sesiones en la Filmoteca y Cine Club en La 2, pero eso es otra historia.El otro lugar mítico en mi infancia era la administración de loterías de la calle Prim. Allí acompañaba a mi padre a echar la quiniela y en ese lugar me fui familiarizando con los equipos y los partidos de la Liga. Luego en mi cabeza generaba apuestas virtuales sobre los resultados que por la noche veíamos en Estudio Estadio, y se me iban quedando nombres, jugadas, resultados, equipos y demás historias futboleras que se contaban en la pequeña tienda junto al edificio de la ONCE, y delante de la eterna cafetería Rocafría.
Años después descubrí los videos de fútbol, como la película 'Golazos' que la revista Tribuna dió con motivo del Mundial Italia 90, narrado por la personalísima y carismática voz de Joaquín Prat. Ese video lo habré visto cien veces, y me sé cada jugada, cada gol y cada comentario de Prat que en esa cinta sucede ("¡Bélgica remonta en el tiempo extra hasta lograr un 4-3!"). Siempre me jodió que en ese video no saliera ni una sola jugada o jugador de España, pero claro, qué era entonces la selección española al lado de Maradona, Pelé, Eusebio, Rossi, Cruyff o Kempes. Empezaba con el mundial de Inglaterra 66 y terminaba con el de Mexico 86. No era una simple suecesión de jugadas o de goles. Era un video completamente narrativo, una película con momentos dramáticos, heróicos, primeros planos, flashbacks, casi todo rodado a pié de campo, siguiendo a los jugadores, con una gran edición de sonido y una música de fondo muy ochentera, casi de video institucional.
Fútbol, adolescencia y cintas de vídeo.
El de la liga 89-90 está casi desgastado.