Estaba obsesionado con no perder el tiempo. Bueno, en realidad contagiado por la obsesión de todo el mundo al respecto. Había gente que pagaba por acudir a charlas y seminarios en los que hacían hincapié sobre el asunto y aunque no les faltara de nada y fueran razonablemente felices regresaban intranquilos tras aquellas ponencias; nadie les garantizaba nunca que su tiempo estaba bien empleado y no tenía fugas.
Llamé a una empresa de seguridad y les encargué que vigilaran el mio. Bajo ningún concepto quería que se me escapara. Si esto sucedía la agencia debía dar con su paradero de inmediato. Yo tenía la sensación de que no lo perdía pero vete tú a saber. De hecho, no sé si habré desperdiciado el tiempo escribiendo esto. Estoy muy tranquilo. Quizás sea un irresponsable. Esperaré a ver que me dicen desde la central de seguridad. Hace quince días que firmé un contrato que incluía expresamente en las cláusulas “pérdidas y desperdicios de tiempo”. No me han enviado ningún parte todavía. No sé qué pensar.