Era la primera vez que pisaba La Seca, aunque no la primera vez que viajaba por la D.O. Rueda .La Seca es un municipio pequeño, poco más de mil habitantes, pero cuenta nada menos que con 25 bodegas, y un tercio de la superficie total de viñedo de la D.O. Su travesía principal está jalonada con indicaciones de la situación de las mismas, sin contar las que se encuentran fuera del casco urbano. Tras un café con aroma a torreznos, una de las especialidades locales, crucé el umbral de mi destino, la Bodega Javier Sanz Viticultor. La vendimia en la zona ya estaba muy avanzada, y ya terminada en esta bodega. Un vez el grupo se completó con la sección madrileña, tardía en el tiempo, hicimos una interesante visita a un viejo viñedo de verdejo y viura, esta última aún vendimiándose . La presencia de viña vieja en La Seca es muy mencionable, y en la posterior parada que tuvimos en el Ayuntamiento de La Seca, nos comentaron la creación de un catalogo de viñedos singulares, una iniciativa realmente potente para poner en valor la vieja viña de la zona, cuya calidad debe superar las críticas a las que la DO se ve sometida en estos tiempos .
Ver desde una altura los viñedos de La Seca recuerda al inmenso mar, monocolor , en el que la joven viña aparece casi como un monocultivo, que llega en todas direcciones, hasta donde la vista alcanza. Ya de camino a la bodega para catar sus vinos, pude comprobar como los amantes del vino eramos minoría frente a la creciente presencia de los #gastrofoodies, aunque en la bodega, esta relación se ajustó enormemente.
Probamos varios vinos de la Colección V de Javier Sanz, arrancando quizás por el buque insignia de la bodega, el V de Malcorta 2017 , un vino que enamora por derecho, con gran personalidad y cuerpo, procedente de un clon de verdejo, con la característica de una maduración algo mas tardía que la verdejo común. Muy recomendable. Tras el pudimos probar el V 1863 2014 , un verdejo procedente del Pago de Saltamontes, un viñedo prefiloxerico de 2,2 hectareas, con una crianza con sus lías de 10 meses; es un vino que descoloca bastante, ya que mantiene una gran frescura y acidez, junto con un cuerpo nada habitual en los verdejos mas populares, sorprendente. De ese mismo viñedo procedía el único tinto, V Colorado 2015, una casta en proceso de recuperación, y una superviviente que ayudó a cumplir el deseo de Javier Sanz de elaborar un tinto. Enfrentarse a una uva nueva es una maravillosa aventura, uva de maduración tardía, ese punto de sobremaduración se muestra en la cata, siendo un vino que no pierde su frescura y su buena intensidad frutal, a pesar de sus bajos rendimientos y que apenas supera en producción las 1000 botellas. Cuando javier nos preguntó ironicamente si debía seguir elaborando este tinto, la respuesta fue afirmativa sin fisuras. El ultimo vino de la tanda fue el Dulce de Invierno 2015 , mezcla de verdejo y moscatel de alejandría , con un estilo de elaboración que hace guiño a los vinos de Xerez, pero sin perder su naturaleza castellana, elaborando cada uva por separado (verdejo secándose en sobrados o desvanes, y moscatel vendimiandose con los primeros fríos del invierno) . Un vino delicioso, del que pudimos probar dos añadas, a la vez muy diferentes entre si.
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