Revista Política
Treinta años después de la monumental estafa que fue Rumasa, su creador, José María Ruiz Mateos, ha vuelto a poner en marcha otro artefacto piramidal tan evidente y simplón que parece imposible que le hayan permitido funcionar impunemente, a pesar de que todo el mundo sabía de qué se trataba. Desde el principio, desde los famosos anuncios en toda la prensa publicitando la Nueva Rumasa, estaba tan claro de qué iba la nueva operación de Ruiz Mateos, que da grima pensar que nuestros poderes políticos y financieros le hayan permitido volver a operar en sus mismas barbas con un procedimiento tan grosero y fácilmente detectable.
Si en los años setenta y primeros ochenta el señor Ruiz Mateos se dedicó a comprar bancos para que concedieran créditos a compañías de su holding que no eran más que marcas comerciales quebradas (compradas por el timador a precio de saldo), como modo de canalizar a sus bolsillos cantidades ingentes (en 1983 la caja B de Rumasa acumulaba más de cien mil millones de las pesetas de entonces), habiendo llegado a poner en riesgo todo el sistema financiero español de la época, ahora ha debido conformarse con un timo de menores dimensiones. El "modus operandi" del macrochorizo andaluz ha sido esta vez la emisión de pagarés no negociables (es decir, no cotizables en Bolsa) a intereses disparatados (8 y 10%), que le han comprado cinco mil inversores privados (la mayoría de ellos, probablemente por afinidad ideológica). El respaldo teórico de la operación era de nuevo un repertorio de marcas arruinadas, apenas logotipos de empresas al borde de la desaparición: Dhul, Clesa, el Rayo Vallecano... Según una nota de El País de hace escasamente un año, los activos y el patrimonio conjuntos del más de medio centenar de empresas que conformaban Nueva Rumasa no valían en total un millón de euros. El monto del dinero conseguido por Ruiz Mateos con esta nueva estafa se cifra en ciento cuarenta millones de euros.
Vistos los antecedentes y el funcionamiento de la nueva iniciativa empresarial de ese espejo de emprendedores españoles creadores de riqueza y empleo que es José María Ruiz Mateos, resulta como mínimo asombroso que no le pararan antes los pies. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se escuda en que al no ser negociables los pagarés la emisión de estos no estaba legalmente sujeta a su supervisión, lo cual es cierto, pero no quita en absoluto un ápice a su responsabilidad como expertos; la suya y la del resto de organismos de control financiero del país, comenzando por la Agencia Tributaria en particular y el Ministerio de Hacienda en general, que presenciando un delito clamoroso han permitido que este continuara hasta que la burbuja ha estallado por sí misma. Alguien debería empezar a depurar responsabilidades ahí, que las hay, flagrantes y en cantidad.
Y luego estan los timados, algunos de los cuales han caído por segunda vez en las garras de Ruiz Mateos. No es que sean idiotas, es que son tan timadores como el gánster jerezano que se ha quedado con su dinero. Anoche oía en la SER a una tertuliana reclamando acciones legales contra ellos en tanto que cómplices de la estafa y aspirantes a timador, al modo que lo son los víctimas del tocomocho y otros engendros por el estilo, en los que la ambición y la falta de escrúpulos llevan al "inversionista" a perder su dinero por querer aumentarlo por procedimientos espúreos incluso en una economía de "libre mercado". Al cabo, en los tiempos que corren ¿quién se cree que detrás de una oferta de intereses que triplica o cuadriplica los ofrecidos por "los mercados" pueda haber una operación limpia?. Nadie regala duros a cuatro pesetas, se dice en catalán. De todos modos, pronto veremos a los "afectados por Nueva Rumasa" manifestándose en la calle y exigiendo que el Gobierno les resarza las pérdidas con el dinero de todos. Los precedentes son legión.
Como colofón para quienes no conozcan al personaje Ruiz Mateos (ultraderechista fanático, miembro del Opus Dei y según él fervoroso católico, cabeza de familia más siciliana que andaluza, estafador y mentiroso compulsivo...), baste recordar sus palabras de ayer cerrando la intervención en la que anunciaba la quiebra del tinglado: "sino pudiera devolver hasta el último céntimo me pegaría un tiro, si me lo permitiera mi fe". ¿Cínico, ladrón, enfermo mental? Seguramente todo eso y mucho más es José María Ruiz Mateos, el rey de los timadores españoles.
En la imagen que ilustra el post, José María Ruiz Mateos disfrazado de Superman en la entrada de un tribunal, en una fotografía de comienzos de los años noventa.