Andrés Berlanga. Foto tomada de aquí.
(Lecturas en voz alta, 55). La necrológica parece un género periodístico fácil, pero no lo es. De hecho, dado su carácter completamente circunstancial y su condición de supuesta crónica cerrada, tiende más de una trampa que no todos los necrógrafos (si se me admite el término) logran sortear con la habilidad suficiente.Por no hablar de los peligros que supone el deslizamiento hacia alguno de los dos extremos del punto de vista que ha de adoptar el redactor: el exceso de hagiografía (el más frecuente) o la tentación del ajuste de cuentas (que también se da). Y sin olvidar el punto inerte más letal de todos: el catálogo frío, rutinario y acumulativo de hechos cortipegados de aquí y de allá, cuando no fusilados directamente de las entrañas de la wikipedia.
Pues bien, todo esto es lo que evita la nota necrológica que Vicente Verdú dedica en «El país» a su amigo el escritor Andrés Berlanga, fallecido el sábado 11 de febrero. Es un texto que, en mi opinión, consigue el mejor efecto que una de estas piezas puede tener: acercarnos al fallecido de forma convincente y movernos a completar nuestro conocimiento de las razones que han hecho memorable su paso por el mundo. Un texto excelente. No se lo pierdan.