Suelo decir que “Mi cocina” es ante todo una cocina muy malagueña, me enorgullezco de mi tierra, de mis ancestros, de mis orígenes y procuro que los platos que preparo, los tipicos y tópicos malagueñs sean preparados al más puro estilo tradicional, el de los antiguos fogones, tal y como lo hacían mis mayores.
Así que los platos que preparo primordialmente se nutren de la tradición familiar, con el cariño y el esmero que me enseñaron, pero también “Mi cocina” se ha dejado seducir por otras culturas culinarias.
El viajar me dio la oportunidad de probar manjares de otras tierras, compartir mesa con personas de distinta idiosincrasia a la nuestra y conocer la diversidad cultural a través de las comidas, ya que en cada lugar se come de diferente forma, influyendo lógicamente en los gustos gastronómicos el clima, sus cultivos y las costumbres.
Una de ellas fue la comida China, tuve la oportunidad de visitarla en el año 1982, aunque su cocina me era relativamente familiar a través de mi gusto por la cocina oriental, frecuentando los poquitos (se podían contar con los dedos de una mano) restaurantes chinos en la capital malagueña.
Me encontré y disfruté de la comida China, una de las tradiciones culinarias más añejas, más antiguas, con más de 3000 años de antigüedad que la avalan.
Milenaria, llena de misterio, la cocina china es un universo de aromas apetecibles y sabores tentadores, frescuras especiales, es color, fragancia, una forma de comer sana, equilibrada y con una presentación exquisita.
Bien es cierto que ha adquirido en nuestro pais una fama poco envidiable, pero si analizamos con detenimiento nuestros platos, nuestras recetas podemos encontrar muchisima similitud con la cocina China, de donde a través de los años nos llegarón una gran mayoría de especias, alimentos y una gran influencia gastronómica.
Mi cocina más malagueña, se deja querer por el estilo de otros paises, se funden y se fusionan como dos enamorados dando lugar a delicias como éstos won ton de morcilla, por lo que animo a quienes me visitan a “perder el miedo” a probar ésos platos “chinos” en casa, a acostumbrar las papilas gustativas a otros sabores no tan diferentes, pero quizás para algunas personas, un tanto extraños.
Cuentan que tres duendes convierten la cocina en arte: la imaginación, la experiencia y el tiempo. La imaginación creó los sabores, la experiencia los hizo madurar y el tiempo los juzgó
Juzguen Vds., maduren la idea, prueben las recetas que preparo en “Mi cocina” (pueden encontrarlas en el indice del blog, china, japonesas, hindúes, thailandesas.....) o dejen volar la imaginación y preparen esos platos no tan diferentes a los nuestros....pero disfruten de las posibilidades de comer esas delicias orientales.
El wantán, wantón, wontón, won ton (formas en que se denominan), es una masa muy fina de unos 10 x 10 cmts. Elaborada con harina de trigo, agua y sal; su secreto es lo finisima que es, de forma que cuando se frie queda supercrujiente, cuando se cuece bien en sopas o al vapor es de una textura muy suave (suelo comprarlas en un supermercado oriental de Torremolinos). Generalmente la suelen rellenar de carne picada, yo uso la imaginación y la relleno no solo con carne, sino tambien con verduras, mariscos y en éste caso....morcilla de cebolla ( de Canillas de Aceituno, malagueñas).
¿Como las hice?
En una sartén con un chorreoncito de aceite de oliva pochar a fuego lento media cebolla fresca (cebolleta) muy picadita, salándola previamente sin que se llegue a quemar, escurrir bien el aceite y reservar la cebolla.
Desmenuzar la morcilla, picándola en trozos muy pequeños.
En un bol poner la cebolla, la morcilla, un huevo, una cucharada pequeña de soja, una cucharada pequeña de vino blanco (usé un fino amontillado Moriles), dos cucharadas soperas de maicena y una pizca de jengibre en polvo.
Remover bien todo el conjunto (si es preciso a fin de que no quede caldoso, añadir más maicena).
Colocar las láminas de wan ton en una superficie lisa, e ir echando con una cucharita un poquito de masa en el centro de cada una.
Mojar un dedo en agua y pasarlo por el borde de las láminas, cerrar presionando un poco.
Freirlas en abundante aceite muy caliente (uso freidora), hasta que estén doradas.
(Se pueden hacer también al vapor o cocidas).
¡¡ Disfruten de las cocinas ancestrales, sin reparos, sin miedo a lo no conocido habitualmente en nuestra gastronomía !! Buen provecho.