Revista Cultura y Ocio

Washington road trip: de orden, humedad y el peligro de llamarte Robert

Publicado el 22 julio 2022 por Molinos @molinos1282
Washington road trip: de orden, humedad y el peligro de llamarte RobertEn nuestra primera noche en la caravana las niñas llegaron a un acuerdo para repartirse las camas. La primera semana Clara dormiría en la cama situada encima de los asientos del conductor y copiloto y María en la que, cada noche, hay que montar donde está la mesa. Después cambiarían. Juan y yo dormimos las doce noches en la cama doble, él en lado de fuera y yo en la ventana.  Tras despedirnos de los vecinos, nos acostamos, apagamos la luz y nos fundimos a negro. Sé que poco antes de deslizarme a la inconsciencia pensé, por primera vez, algo que se repitió cada día del viaje.«No me puedo creer este silencio. Estamos en un camping enorme, con muchísimas caravanas, familias, amigos y no se oye nada. Nadie grita, nadie tiene puesta la música a todo volumen. Si esto fuera en España esto sería impensable». A las cinco de la mañana, me desperté porque con solo la sábana tenía frío y nos eché uno de los edredones por encima. Volví a dormirme para despertar un poco después, no sé cuanto, con la sensación de que ya no iba a poder dormir más. El silencio continuaba siendo impresionante, abrí las cortinas de mi ventana y vi que llovía fino, con calma, las gotas de lluvia resbalaban por las ramas del arce que rozaban la ventana. Con esta visión, me puse los cascos y escuché cuatro episodios de podcasts porque una cosa es desconectarte de tu vida real y otra dejar de hacer lo que te gusta: cayeron uno del Daily, el comienzo de temporada de uno de mis grandes favoritos, Revisionist History, y dos de Misterio en la Moraleja (de este ya hablé aquí). A las nueve de la mañana ya estaba aburridísima y los levanté al grito de: «¿nos hemos venido hasta aquí para pasar el día durmiendo?» que no fue muy bien recibido, por supuesto. 

El desayuno es algo sagrado para mí y para mis hijas. Juan, que vive solo y no cocina jamás, en su vida habitual se lo salta pero si se lo preparas y hay buena compañía se come un jabalí. Zumo de naranja, fresas con yogur, cereales, baggles tostados con mantequilla y mermelada, leche, café, te. Devoramos todo mientras comentábamos lo bien que habíamos dormido y los planes para el día. Aquí comento que mi hija María desde antes de salir de Madrid, desde que empezamos a planear el viaje, declaró que ella no quería saber nada, que no quería spoliers del viaje. «Viajas como los ricos» le dije yo, «con todo preparado y a que te sorprendan». «Exacto. Sé que podéis», me contestó ella. Así que el planning del día estaba siempre lleno de «vamos a ir un sitio chulísimo, y luego a otro y luego a uno que ya veremos» para no hacer spoilers a la princesa.  

Entre desayunar, ir a ducharnos y recoger y limpiar la caravana se nos fueron dos horas y no salimos hasta las once. Inciso logístico.- Si estás en un camping con duchas, lo suyo es usar las comunitarias que siempre están muy bien, muy limpias y son cómodas. La ducha de la caravana es un poco último recurso y es pelín incómoda. De hecho, nosotros no la hemos usado más que para colgar los chubasqueros y toallas mojadas. Cuando vas a campings sin duchas y sin posibilidad de engancharte al agua, sencillamente no te duchas, lavadito de gato y a volar que para eso estás de vacaciones en la naturaleza.Además,  en una caravana hay que ser ordenado porque, si no lo eres, te come el desorden en unos 3 minutos. Aún teniendo cuidado, cuando te acuestas es inevitable que el desaliño haya cundido pero, después del desayuno y antes de ponerse en marcha con el día, debe todo quedar perfectamente recogido y ordenado. Todo limpio (esto es opcional dependiendo de lo guarro que seas) y todo guardado en su sitio (esto no es opcional porque nadie quiere que le golpee un cazo, una zapatilla o una caja de cereales en el cogote en un frenazo o una curva). Fin del inciso logístico. 

La fina lluvia con la que yo me había despertado fue arreciando a lo largo del día. Según mi hija Clara, y tras su experiencia de un año en Washignton, allí nunca llueve "a lo bestia" es más una especie de sirimiri pertinaz y nadie, nunca, usa paraguas. Inciso climatológico.- En todo el estado hay una media de 140 días con lluvia al año. Es más lluvioso en el oeste, en el territorio entre la cordillera de las Cascadas y el mar y mucho más seco en el este donde se ubican las granades llanuras. Yo, por supuesto, me iba mañana a vivir a un sitio donde llueve 150 días al año.- Fin del inciso climatológico. Con lluvia y todo ordenado nos encaminamos a la primera gestión del día, renovar la tarjeta del movil de Clara para poder estar comunicados por teléfono durante el viaje. Inciso tecnológico.- las tarjetas sim españolas en USA no funcionan, tienes que tener un número americano. Nosotros, para tener internet, optamos por viajar con un wifi portatil, alquilado en España, con datos ilimitados y al que se pueden conectar cinco dispositivos simultáneamente. Coste 121 euros. Te lo mandan por correo a la dirección que indiques y, al terminar el viaje, lo devuelves. Ya lo usamos cuando fuimos a Nueva York y lo recomiendo mucho sobre todo si vas a estar mucho tiempo fuera de rango de wifi, caminando por la calle o, en este caso, conduciendo. Aún así, en los parques nacionales no hay cobertura de ninguna clase en kilómetros a la redonda (25, 50, 60 km), no hay datos y no hay cobertura de teléfono, solo puedes hacer llamadas de emergencia al 112.- Fin del inciso tecnológico.


Washington road trip: de orden, humedad y el peligro de llamarte Robert

Washington road trip: de orden, humedad y el peligro de llamarte Robert
El plan para el día era recorrer la Scenic Byway camino a nuestro camping en el North Cascades National Park, rodeando Mont Baker y Mont Shuksan. Rodearlos los rodeamos pero no los vimos. La lluvia persistía y, a pesar de que nos permitía bajarnos del coche y pasear por distintos enclaves, las nubes estaban encajadas en los valles que atravesábamos y no podíamos ver las cumbres de las montañas. A pesar de esto, la ruta era espectacular, empianadas laderas pobladas de grandes coníferas, con una densidad tal que yo comenté: «en estos bosques siempre es de noche». Aquí, por primera vez, nos dimos cuenta de que no éramos capaces de describir la frondosidad y verdor de la vegetación de este estado, está más allá de nada que hubieramos visto nunca. Ni en Los Pirineos, ni en los Alpes, ni en la Selva Negra, ni en los bosques ingleses o irlandeses... esto es otro mundo. Un color verde imposible de describir y una humedad casi alimenticia, que se huele y casi se mastica, que te hidrata física y emocionalmente, rezuma por todas partes: el suelo, los troncos, las ramas, las hojas, los musgos, las piedras, los líquenes, tu piel, tus ojos. 
Washington road trip: de orden, humedad y el peligro de llamarte Robert
La primera parada del día la hicimos en Glacier Public Service para comprar los pases para los dos días. Estos pases te permiten ir parando a lo largo de la ruta para hacer excursiones, caminar y hacer rutas, hacer un picnic. Inciso logístico.- esto es necesario en todos los parques nacionales de Estados Unidos. SOn nacionales pero para mantenerlos y cuidados hay que comprar un pase. El de día, en este caso, eran 5$, lo pones en el salpicadero y listo. A mí me parece una manera fabulosa de primero, conseguir ingresos para mantener ese tesoro de uso público y, segundo, concienciar al visitante, usuario, ciudadano, turista, del valor de conservar y preservar esa naturaleza.- Fin del inciso logístico. En este centro de visitantes nos atendieron los primeros guardabosques con los que tratamos en el viaje y que resultaron ser tan encantadores como todos los demás. Aquí también había una breve exposición en la que se contaba como en los años 30, el Civil Conservation Corps, empezó a construir parte de las infraestructuras que existen ahora en este parque nacional y en  muchos otros. El CCC fue una fuerza de trabajo creada por Roosvelt durante el New Deal para ocupar a los millones de hombres que se habían quedado desocupado tras el crack del 29. Cientos de miles de hombres solteros, entre los 18 y los 26 años, muchos sin ninguna experiencia, se dirigieron, en este caso, al lejano Nortwestern para construir carreteras, puentes, túneles, sendas, albergues, talar bosques para tener madera, encauzar tuberias para centrales hidroelétricas. 
Washington road trip: de orden, humedad y el peligro de llamarte Robert

La siguiente parada fue Horseshoe Bend, una curva en forma de herradura del North Fork Nooksak River, donde, por primera vez, fuimos conscientes de que nunca habíamos visto ríos así. El caudal de la corriente era impresionante, ensordecedor, las riberas, a los dos lados del cauce, estaban arrasadas, llenas de grandes troncos (20, 30, 40 metros de largo) encallados ahí, dejados por la corriente durante el deshielo de la última primavera. No dábamos crédito pero luego, más adelante en el viaje, hemos visto que es algo habitual cada primavera en los ríos del estado. No es por comparar y sé que son climas y situaciones distintas, pero el Duero al lado de estos riachuelos de alta montaña en Estados Unidos, da hasta pena...

Ojipláticos y sin palabras ya, nos encaminamos a la siguiente parada: Nooksack Falls, unas cataratas impresionantes que caen casi 30 metros en un estrechamiento del valle. Este río, el Nooksack, alimenta  una planta hidroeléctrica desde 1906 que proporcioba electricidad, por ejemplo, a toda la zona cercana al camping donde nosotros habíamos pasado la noche. Fue operado manualmente hasta que se automatizó en 1978. En ese año se derribaron las casitas de los operarios que trabajaban en ella para que nadie se metiera en ellas a vivir. (La central la operaban un jefe y dos operarios, cada uno con su casita. La compañía contrataba un profesor para que diera clase a los niños de los operarios. Vivían todos ahí)


La fuerza con la que el agua se precipita es descomunal y por eso, nada más bajarte del coche/caravana, hay un cartel enorme en el que se puede leer: WARNING: THERE IS EXTREME DANGER HERE! AS YOU VISIT PLEASE BE CAREFUL. DON´T VENTURE BEYOND FENCES AND WARNING SIGNS. YOUR LIFE DEPENDS ON IT. PARENTS, PLEASE KEEP A WATCHFUL EYE ON YOUR CHILDREN. (Atención. Peligro Extremo. Mientras visita este lugar tenga mucho cuidado. No cruce las barandillas ni vaya más allá de los carteles de aviso. Su vida depende de ello. Padres, vigilad muchísimo a vuestros hijos). Es sin duda uno de los carteles más aterradores que he visto en mi vida. Pero es que no contentos con estas advertencias o, precisamente porque saben que no son suficientes, debajo de esos mensajes pone: No seguir estos consejos puede llevar a tener que añadir su nombre a la larga lista de visitantes que han muerto visitando estas cascadas. La mayoría de las muertes se debieron al empeño de los visitantes por acercarse más para sacar mejores fotografías. Disfrute la belleza de las cascadas y de su entorno natural. Sin jugarse la vida es imposible conseguir mejores fotos que las que ya existen realizadas por profesionales. 
Washington road trip: de orden, humedad y el peligro de llamarte Robert
Maravilla de cartel. 

Pero no termina ahí. Debajo de todo este: No sea usted gilipollas y no se mate por hacer una foto y eso que este cartel tiene pinta de ser A. I. (antes de instagram) hay todavía algo más. Una lista de los visitantes que fueron gilipollas y se mataron por acercarse demasiado. "Respetuosa enumeración de los que se han matado visitando las cataratas". 

«Vaya, si te llamas Robert es mejor que no vengas por aquí. Hay muchas probabilidades de que te mates. De ocho muertos, tres se llamaban Robert» dijo Clara mientras mirábamos, con cierto interés morboso, los nombres de los muertos. Además del peligro para los Roberts, nos llamó la atención la última muerta, Deborah, que se mató con 30 años estando embarazada. Mucho más tarde, días después, en un sitio con cobertura, descubrimos que Deborah estaba embarazada de nueve meses y de milagro se salvó su hijo de apenas dos años que también estaba con ella. «A lo mejor al bebé pensaba llamarlo Robert» Sí, somos de humor negro. *

Washington road trip: de orden, humedad y el peligro de llamarte Robert
Hicimos fotos sin poner en juego nuestras vidas y de ahí decidimos irnos al camping directamente porque seguía lloviendo y porque el jetlag, que es muy tracionero y te hace creer que estás bien antes de atizarte cuando menos te lo esperas, estaba golpeándonos muy fuerte. Silver Fir Camping fue nuestro primer contacto con los campings públicos dentro de los parques naturales y no puedo explicarlos la maravilla que son. Son, para empezar, más pequeños que los privados y están siempre en parajes naturales completamente salvajes en los que las parcelas que te asignan son meros claros (claro, ¿qué claro?, lo siento la referencia a Asterix tenia que meterla) en el bosque. Nuestro spot, el 20, además del lugar para dejar la caravana tenía un sendero entre helechos que se abría a una zona llana con una mesa de picnic a la orilla del río. En estos campings no hay servicios de ningún tipo: solo baños y puedes comprar leña. En esta caso además, los baños eran un vater letrina. En todos hay peligro de osos. Vas al baño y pone: «si ve o escucha un oso, haga muchísimo ruido» un consejo que, a lo mejor es valioso, pero que acojona. 

Tras inpeccionar minimamente la zona nos metimos en la caravana. Fue una pena que al llegar lloviera más persistentemente porque si no hubiera sido así, nos hubiéramos tirado ahí a leer y pasar la tarde. Lo que hicimos fue cenar, aunque eran las cinco e intentar mantenernos despiertos hasta las nueve. Yo me puse a escribir, Clara a leer un rato, María a hacer sodukos y Juan a ver Ataque a los titanes en compañia de Clara. A las nueve caímos muertos escuchando el rugir del río y pensando en osos. 

Mañana más. 

Caseta de  la letrina de Silver Fir Campground

Caseta de la letrina de Silver Fir Campground. Por supuesto unisex

*Estas cascadas aparecen en la peli El cazador protagonizada por Robert de Niro. Yo no digo nada, pero veo un patrón. 


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