Mucha gente me ha preguntado si recomiendo enviar a los hijos a estudiar fuera. Mi respuesta es que solo lo recomiendo si los niños quieren, si de verdad ellos tienen ese deseo. ¿Por qué? Porque a pesar de que sí, la vida de los americanos se parece muchísimo a lo que vemos y conocemos por las películas, marcharse de casa un año, a vivir en una familia extraña, a tener unas rutinas diferentes y un modo de vida completamente ajeno no es para todos los niños. Además, y esto es fundamental, el modo de vida americano está basado en el coche, no se puede ir andando a ninguna parte y si tu hijo no tiene la intención, las ganas o sencillamente no le sale, de apuntarse a mil actividades extraescolares que le exijan pasar la tarde en el instituto y conocer gente más allá de su familia, es posible que sus días en USA se limiten a ir al colegio y volver. Ir un mes a estudiar fuera es algo para todo el mundo (obviando el tema económico), irse un año es solo para los que quieran ir y abrirse a vivirlo a tope con sus cosas buenas que son muchísimas y sus cosas malas que también las hay. Dicho esto, es posible que tu hijo tenga ganas, vaya, y lo pase mal, con esto también hay que contar.
Cuento todo esto para explicar cómo hemos acabado haciendo el Washington Road Trip. Cuando apuntas a tu hijo a una agencia, en principio no eliges familia, te puede tocar desde Alaska hasta Hawai. Si quieres elegir estado o zona hay que pagar más y nosotros no estábamos por la labor así que tras hacer todo el papeleo, nos quedamos esperando la asignación de familia. A principios de julio de 2021 nos llamaron para ofrecernos Alaska, un pueblecito de 200 habitantes a cinco horas en barco de la ciudad más grande. Como era un destino muy extremo nos lo ofrecían pero no era obligatorio cogerlo. Tras estudiarnos google maps, buscar el instituto que le correspondería y valorarlo mucho decidimos que ese pueblecito era ideal para mí pero no para Clara. (Esto no se puede hacer con otras asignaciones, la que te toca, te toca). Teníamos que seguir esperando. A principios de agosto, cuando ya estábamos agonizando pensando que a lo mejor nos quedábamos sin familia (hay un boom de padres enviando a sus hijos a USA sin sentido, (revisar párrafo anterior) y no hay familias para tantos estudiantes, asi que si os apuntáis que tengáis claro que es muy posible que os quedéis sin familia), nos llamaron para decirnos que ya teníamos destino: Puyallup, un pueblecito a 25 minutos de Seattle en el estado de Washigton. Era una familia afroamericana, con una madre y tres hijas de 19,18 y 17 años y en la casa habría también una estudiante alemana.
Desde que se decidió que Clara pasaría el año en USA, el plan de vacaciones para el verano de 2022 estuvo claro: María, mi amigo Juan y yo, el cuarteto de la muerte que lleva vacacionando junto desde 2017, iríamos a buscarla y haríamos un viaje en caravana por USA. ¿Por qué zona? Pues dependería de dónde le tocará. Washigton fue un destino muy celebrado, la otra parte del mundo, un estado verde, con grandes cosas para ver y pegado a Canadá. Un destino al que es dificil que se te ocurra ir si no es por un motivo tan importante como este.
Asi que con el destino elegido en agosto de 2021 quedaban por determinar las fechas. Teniendo en cuenta las variables exámenes de María y caducidad del visado de Clara, teníamos que viajar del 1 al 15 de julio de 2022. Con esto decidido, nos pusimos en enero con el planning del viaje. «¿Bajaréis a San Francisco?»« Id a Canadá». «Id a Yellowstone». «Mola mucho Death Valley». Entre Seatle y San Francisco hay más distancia que entre Madrid y Paris, con eso queda dicho todo sobre la ridiculez de la sugerencia de ir a San Francisco, Death Valley u otros destinos y sobre la completa ignorancia que tenemos en España de la enormidad de país que es Estados Unidos. La idea de ir a Canadá era buena porque la frontera está a hora y media de Seattle y, de hecho, la valoramos pero descubrimos que no podíamos ir porque en las fechas de nuestro viaje el visado de Clara estaría en el llamado "periodo de gracia" que es el que te dan después de que el visado haya caducado (caducaba el 24 de junio). Si hubiéramos cruzado a Canadá quizás no hubiéramos podido volver a entrar, o ella no hubiera podido volver a entrar. Decidimos entonces, tras un estudio de todo lo que había que ver en Washigton que nuestro road trip se limitaría ese estado y la parte norte de Oregón porque yo tenía muchas ganas de ir a una librería en Portland.
Ya teníamos destino, fechas y recorrido más o menos claro. Nos quedaban los billetes de avión, la reserva de la caravana, el seguro y los dos hoteles en Seattle del día de llegada y salida. Juan y yo miramos varias opciones pero desbordados por mi falta de tiempo para juntarnos y terminar de organizarnos, decidimos hablar con mi amiga Isabel, que trabaja en una agencia de viajes, para que nos gestionara esas cosas: aviones, hoteles, seguro y autocaravana.
Tema vuelos. A Seattle tiene iberia un vuelo directo que supongo cuesta más o menos dos riñones y un trozo de pancreas y se puede ir también via Dallas (esta es la ruta que hizo Clara) pero Isabel nos encontró un vuelo más barato via Amsterdam con conexiones que nos permitían llegar a tiempo. Eso sí, a la idea nos levantamos a las 2:30 de la mañana porque el vuelo era a las 6. ¿El coste? más o menos 1000 euros por persona con maleta facturada. (Hemos traído de vuelta tres maletas grandes llenas de cosas de Clara)
Sobre la caravana hablaré cuando llegue al día de recogida de la caravana. Los hoteles en el día de llegada y de ida son necesarios porque no te alquilan caravanas el día de tu vuelo internacional. ¿El coste? Noche de hotel en habitación con dos camas grandes, calculad unos 200-300 euros. Sin desayuno, por supuesto. El seguro pues chavales, hay que llevar seguro a USA que cubra todo. ¿El coste? 100 euros por persona 15 días.
A mediados de junio teníamos ya todo, incluídos los ESTA y solo nos quedaba esperar a que llegara el día 1 de julio. Se hizo muy largo como ya conté por aquí pero llegó y como he prometido en IG, lo iré contando en el blog porque no quiero que nada de este viaje se me olvide. Quiero recordar siempre que hemos terminado haciendo el viaje de nuestras vidas porque Clara, con 12 años, puso todo su empeño en conseguir algo que quería. No ha sido solo por eso, pero si hemos acabado durmiendo a la sombra de Mont Rainier ha sido porque ella, hace años, soñó con estudiar en Estados Unidos. (podíamos haber acabado en Missouri pero esa es otra variable)
Quiero poder volver a este viaje, a cada detalle, a cada paisaje, a cada desayuno en la caravana, a cada curva de la carretera que nos descubría un nuevo paisaje impresionante, a cada conversación ridícula y cada momento en que pensamos: ¡qué suerte tenemos!
Mañana más.