Mensaje que dejó escrito Heirens con pintalabios
en la pared del domicilio de su segunda víctima.
El joven William estudiaba por aquel entonces en la Universidad de Chicago. Tras cometer los crímenes volvía tranquilamente a su habitación en el campus. Fue detenido por casualidad mientras huía tras intentar robar en una vivienda. Un policía fuera de servicio lo detuvo, pero Heirens se resistió e intentó dispararle dos veces, aunque se le encasquilló el arma. Por suerte, llegó otro policía en su ayuda, golpeando a Williams con una maceta y dejándole inconsciente. Tras su detención, Heirens confesó los crímenes, aunque declaró que lo hizo bajo torturas policiales, aunque después se retractó diciendo que él no era el culpable. En realidad acompañó a los investigadores a los lugares donde se cometieron los crímenes, reconstruyendo los hechos con pelos y señales.
Heirens (izquierda) en un momento de su custodia.
En el juicio se declaró culpable de los tres crímenes, evitando así la pena capital, siendo condenado a cumplir tres cadenas perpetuas. William Heirens murió en prisión a la edad de 83 años. Pasó encerrado 65 años, siendo uno de los presos que más tiempo ha pasado encarcelado en la historia de Estados Unidos. Su caso fue muy polémico, ya que nunca perdió la esperanza de salir en libertad. Tanto sus abogados como otros sectores de la sociedad consideraban que estaba preparado para resocializarse, dando muestras de ello siendo el primer preso que obtuviera una licenciatura universitaria, además de ser un preso modélico, participando activamente en la vida diaria del centro penitenciario.Fuentes:
http://edition.cnn.com/2009/CRIME/10/24/illinois.lipstick.murders/index.htmlRessler K, Robert y Shachtman, Tom (1992). ‘Asesinos en serie’, ed. Ariel, 2012