Revista Cultura y Ocio

Wittgenstein

Publicado el 30 enero 2018 por Academiacruellas

Las investigaciones filosóficas suponen una ruptura definitva con el proyecto y doctrinas contenidas en el Tractatus. Algo tienen ambas obras en común: el protagonismo asignado al lenguaje como objeto de la “actividad filosófica”. No obstante, y como consecuencia del cambio operado en la concepción del lenguaje, la naturaleza de la actividad filosófica es concebida en forma totalmente distinta al Tractatus.

La diferencia radical entre las concepciones del lenguaje del primer y segundo Wittgenstein puede explicarse como resultado del abandono de las tres tesis que comentamos a continuación, todas ellas fundamentales en la teoría del lenguaje contenida en el Tractatus.

  1. Los hechos poseen forma lógica. La tesis de que los hechos poseen forma lógica, están configurados lógicamente (es decir, tal configuración existe con independencia de nuestra manipulación lingïística de los mismos) constituye el pilar fundamental de la teoría del “isomorfismo”, del “lenguaje-retrato” de la realidad. Desconocemos la razón que en particular (si es que hubo alguna) determinó el abandono de estas tesis por parte de Wittgenstein. Pero lo cierto es que su abandono implicaba la retirada general de las posiciones mantenidas en el Tractatus.

  2. Los hechos elementales (atómicos) constan de elementos simples. Esta tesis, esencial en el Atomismo lógico, era una exigencia lógica del concepto mismo de hecho elemental o atómico y de su correlato lingüístico, la proposición elemental o atómica, cuyos componentes designan elementos simples y no analizables ulteriormente. En las Investigaciones filosóficas afirma Wittgenstein que el concepto de elemento simple no es un concepto absoluto, sino relativo a determinados contextos. Es el contexto el que determina lo que se ha de considerar simple o complejo.

  3. El significado de un término es su referente extralingüístico, es decir, aquello a que el término se refiere. La interpretación referencial o denotativa del significado era también doctrina básica del Atomismo lógico. Que el significado de un nombre no es el objeto nombrado le parece evidente ahora a Wittgenstein y a ello se refiere en diversos pasajes de las Investigaciones filosóficas. El argumento más decisivo, quizá, en contra de esta teoría es que, si el significado fuera efectivamente la realidad nombrada, las propiedades, etc, de esta realidad deberían serlo del significado del término: ahora bien, supongamos que Pedro pasa por dificultades económicas; no aceptaremos por eso fácilmente que el significado del nombre “Pedro” pasa por la citada penuria. Wittgenstein formula el argumento de la siguiente forma:”es importante observar que la palabra “significado” se usa ilícitamente cuando se usa para significar la cosa que “corresponde” a la palabra. Esto es confundir el significado de un nombre con el “portador” del mismo. Cuando el señor N.W. muere, decimos, que ha muerto el portador de tal nombre, no que el significado de éste ha muerto. Y sería absurdo decir esto último, ya que si el nombre dejara de tener significado, carecería de sentido decir:”el señor N.W. ha muerto”(Investigaciones filosóficas).

Si es absurdo nombrar el significado de un nombre en su portador o referente extralingüístico, ¿dónde buscarlo y localizarlo? La cuestión es esencialmente ilustrativa en el caso de aquellos términos que carecen de referente preciso. En la sección 1 de las Investigaciones utiliza Wittgenstein el ejemplo de alguien que va a una frutería con una nota escrita en que pone:”cinco manzanas rojas”. Aunque sea inexacto, pase que el significado de “rojo” y “manzana” venga dado por su referencia. Pero, ¿dónde está la referencia de “cinco”? Preguntar por el significado de “cinco” carece de sentido. Según Wittgenstein, es mejor observar que ocurre en la frutería. El frutero, seguramente, comienza por ir a aquellos cajones en que pone “manzanas”; de entre estos cajones, se dirigirá allá donde están las rojas; por último, comenzara cogiendo sucesivamente una manzana tras otra, hasta llegar a cinco. Wittgenstein concluye:”pero, ¿cómo sabe (el frutero) dónde y de qué manera ha de buscar la palabra “rojo” y qué ha de hacer con la palabra “cinco”? Bueno, supongo que él actúa en la forma descrita. Pero, ¿cuál es el significado de la palabra “cinco”? Esto no era lo preguntado en este caso, sino solamente como se usa la palabra “cinco””.

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