La llave que abrirá el mañana, dice él
La opción menos mala, dice ella
Opuestas almas
Fulgores coincidentes.
Avanzar por los pasillos aprehendiendo el paisaje
O vagar distraído bañándote en acordes delirantes
Seleccionar con cautela la compañía de la sala
O sentirse suficiente, a deshora llegar.
Con diligencia reproduces los estertores de otras vidas
Con pasión desdibujas tu rota existencia interior
Aprender a vivir lo ajeno
Colmarse con lo propio.
El tiempo guardar en los bolsillos repletos de necesidad
Deshojar los segundos sin percatarse
Escapar, dudar, huir, transitar
Permanecer, saborear, tocar, sentir.
Sigues la línea del horizonte
que aprisiona tus alas
Dulce pajarillo das bandadas
de placer, y correteas y oteas.
Ocho otoños, ocho inviernos
Ocho primaveras, ocho veranos
El día, el papel, el olor a polvo
La noche, la tinta, la magia.
La parada del metro que te ha visto correr
La puerta que distraída te observaba caminar
Manual raído y preparado a punto de deshojar
Llora y se despereza, lomo rígido en paz.
El té te reúne y siempre dices cómo estás
He conseguido algunas horas para trabajar
Llegué a mi meta el hastío vespertino
Escribo novelas después de volver.
Recuerdas dos mil ocho y dos mil nueve
No te olvides de dos mil trece
Y qué pasó en dos mil catorce
Ahí terminó, volví a nacer.
Castro, el nacionalismo, el mundo se acaba
Perú, la familia, el pollo frito
Las líneas de mi vida cambian y cambiarán
No tengo guion escrito, el destino dirá.
La tierra se la traga, promesas del reencuentro
Tenemos que vernos pronto coincides
Abrazo fundido en negro
Y el dulce amargor que te azota.