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Y lo típico se une a lo conveniente: Todos mienten, de Soledad Puértolas

Publicado el 29 marzo 2012 por Gritanlosdedos

Y lo típico se une a lo conveniente: Todos mienten, de Soledad Puértolas

Depende de en qué circunstancia y bajo qué pluma el lector puede olvidar una pésima trama o historia y centrarse -si ello lo merece- en un estilo pulcro y personal reconociendo su valía. Y digo depende, porque no siempre se da. Todos mienten de Soledad Puértolas se escapa a esta medio hipótesis. La escritora, miembro de la Real Academia de la Lengua Española, no introduce ningún elemento de inflexión en esta novela de toque costumbrista que cuenta una historia demasiado fácil de olvidar. Javier Arroyo, un chico madrileño en plena juventud, es el protagonista de una trama en la que desfilan bastantes personajes casi sin orden ni concierto. La pérdida del padre, un excelente dramaturgo, marca la historia de la familia y del propio protagonista, un ser aburrido, plano y sin muchas aspiraciones. El apego a la familia y la percepción de una vida que no experimenta cambios trascendentales son los grandes temas de la obra.

Soledad Puértolas

Las apenas 150 páginas de novela se tornan tediosas y casi despojadas de novedad para el lector. Ni siquiera se puede decir que sea una novela con temas eminentemente femeninos. Hay algunos aciertos en percepciones que la autora refleja en sus personajes femeninos, pero estos cuadros de lucidez son los menos. No es la primera novela de la escritora y puede parecer para un lector exigente casi una tomadura de pelo. No sólo es que lo que se cuente se pueda catalogar de banal sino que Puértolas tiene un estilo caracterizado por una prosa lineal, monótona y sin vuelta de tuerca. No parece que estemos ante una autora con dos novelas ya en el mercado en la fecha de la publicación de esta obra (1987) con la que la crítica se excede con buenas palabras.

Estamos ante lo que podría catalogarse como una historia del montón, donde más que nunca el estilo del escritor es lo que juega la mayor baza. Hay historias que no son inolvidables y de las que se han hecho libros medianamente aceptables. Casos como el de Javier Marías en Los enamoramientos, novela que engancha, hace reflexionar e idolatrar el imperturbable estilo de un mago de las palabras. A Javier Marías le sobra conocimiento en la psicología humana, tanto femenina como masculina. Pero Soledad Puértolas no logra cautivar con una historia cogida con pinzas y queda a la altura del betún al lado de la buena novela de asuntos familiares como La tía Tula de Miguel de Unamuno en la que cabe la filosofía y la madurez del autor.

Todo transcurre sin estrépitos. Sin idas y ni venidas. Casi como un juego de niños que acaba disolviéndose cuando uno de los dos se aburre. Soledad Puértolas debió sumirse en el tedio mientras escribía estas páginas. No hay voluntad de hacer reflexionar. No hay enfrentamientos entre los personajes. Éstos carecen de evolución psicológica y fomenta estereotipos más que estancados. En definitiva, una obra prescindible de la literatura española donde ni siquiera se da un trabajo sobre la psicología femenina, protagonizada por la madre del protagonista: eje central de la novela. Es una mujer contradictoria a la que faltan argumentaciones y un poco de credibilidad y redondez. El cuadro de mujeres estereotipadas lo completan las amigas de ella. Falta ironía, sagacidad y novedad en esta historia. Y por supuesto, una edición de calidad revisada donde sobre el terrible laísmo, leísmo y loísmo que tanto daño hacen al lenguaje. (Edición Anagrama de 1987). Le concedo el beneficio de la duda ante posibles mejores novelas. Así lo espero.

María José Gata


Filed under: Literatura
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