Y los sueños sueños son

confundes marginal con nunca me dan lo que yo quiero Rosendo
Soñar mientras duermes, soñar de una forma tan real que, al despertar, miras el móvil y abres Facebook, Twitter, Hotmail, Blogger... pero no, no ha sucedido más allá del subconsciente. [Todavía, crees]. Te levantas, preparas el café y fumas un cigarrillo. Miras por la ventana y, es cierto, cada vez amanece más tarde, pero comprendes que el sueño, tal vez, haya sido un dejavù, algo que crees que sucederá tarde o temprano, pero que ya has visto de cerca. Algo que no te puede sorprender. Hoy soñé contigo, piensas. Puede que lo digas aunque ahora te cueste reconocerlo. A la pregunta, que ejerce a su vez de respuesta, de ¿qué has soñado? no puedes evitar sonreír y decir: nada. Mi abuela siempre dice que sueño contado, nunca logrado. Así que callo. Y piensas que si es verdad que el destino existe, si es verdad que hay un Dios que todo lo puede, si es verdad que Maradona es leyenda viva, entonces, debes guardar silencio. Todo ha sido tan real que cuando compruebas que el humilde sueño, la tontería de sueño, el mínimo sueño que tuvistes se cumple... [apunte literario a modo de corrección final: no te sorprendes]. Te sorprendes. Claro que te sorprendes. Ésta puede ser la mayor casualidad de nuestras vidas. Sonríes. Y vuelves a mirar el Facebook y el Twitter y puede que el Hotmail para corroborar hasta qué punto todo esto es real. Y lo más grave, hasta qué punto el sueño fue un sueño. Quizá una profecía.