Revista Opinión

Y más de Wikileaks

Publicado el 20 diciembre 2010 por Tiburciosamsa

Las sociedades humanas sobreviven porque carecemos del don de oír las cosas que se dicen en donde no estamos presentes. Si pudiéramos oír lo que se dice de nosotros a nuestras espaldas, no habría sociedad humana que lo resistiera. El gran pecado de Wikileaks es que ha permitido que los Estados oigan lo que se dice de ellos cuando no están presentes.
Singapur ha intentado mirar hacia otro lado durante esta historia y pretender que Wikileaks era algo que había ocurrido muy muy lejos. Pero la prensa australiana ha venido a recordarle que lo de Wikileaks nos afecta a todos y que Singapur también tiene altos cargos indiscretos que largan y largan.
En los últimos días nos hemos enterado de que altos cargos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Singapur piensan que Malasia pasa por una situación confusa y peligrosa porque sus políticos son incompetentes. Además Singapur teme que haya violencias raciales y que se le venga encima una avalancha de chinos-malasios pidiendo refugio. Los capones singapureños no se han limitado al gobierno malasio, sino que también han alcanzado al líder opositor Anwar Ibrahim. Los singapureños dicen que están seguros de que Anwar hizo las cositas feas de las que se la ha acusado.
No sé qué es peor si que te consideren incompetente o que te tachen de corrupto, que es lo que dichos altos cargos piensan de la clase política thailandesa. ¿O jode más que digan de ti que eres “errático”, “fácilmente influenciable” y que el ex-Primer Ministro Thaksin te pagaba las deudas de juego, como parece que dijeron del Príncipe Heredero de Thailandia?
Tampoco es que la opinión sobre los militares birmanos sea mucho mejor. En esta ocasión es el propio Lee Kuan Yew, quien los considera “espesos” y “estúpidos” y dice que hace una década que perdió toda esperanza, ya que hablar con ellos es como hablarle a un muerto. La mayor esperanza la tiene puesta Lee Kuan Yew en que surja una generación más joven de militares que sean “menos obtusos” que los anteriores.
Otro comentario interesante de Lee Kuan Yew es que la ASEAN no hubiera debido admitir a Camboya, Laos, Birmania y Vietnam en los 90, ya que no compartían los mismos valores que los socios originarios. Mientras que los vietnamitas han demostrado que son eficaces y aprenden rápido, en Camboya el sistema político gira demasiado en torno a la figura de Hun Sen y Laos es una avanzadilla de China a la que se chiva de todo lo que se dice en las reuniones de la Asociación.
Si a los singapureños no les ha gustado que se sepa lo que andan largando por ahí, otro tanto ha debido ocurrirles a los australianos. Para los australianos Filipinas es un caso perdido que puede convertirse en un refugio para terroristas y los chinos están paranoicos y por muy chulos que se pongan de puertas para afuera, de puertas para dentro están dominados por los nervios, la paranoia y la incertidumbre. Cuando se les mientan Tibet y Taiwán, los chinos pierden los papales y se vuelven irracionales. El entonces Primer Ministro, y ahora Ministro de Asuntos Exteriores australiano, Kevin Rudd recomendaba a EEUU que considerase el uso de la fuerza contra China si las cosas se ponían muy feas.
No voy a entrar si Julian Assange es un criminal, un héroe o un narcisista que desea que se hable de él. Lo que sí me apetece es hacer unas apreciaciones sobre todo este jaleo.
A los diplomáticos, como a los periodistas, les pagan por escribir todo lo que les dicen. La diferencia entre ambos es de audiencia: sus señoritos en el caso de los primeros y todo el público del mundo mundial para los segundos. La gente larga con más libertad a los diplomáticos porque saben/confían/esperan que sólo unos pocos estarán al tanto de sus indiscreciones. Aunque es falso pensar que estos telegramas reflejen indiscreciones. En unos casos puede que hayan recogido exabruptos de un alto cargo frustrado después de todo un día de haber estado negociando con malasios incompetentes. En otros muchos más casos, los mensajes transmitidos fueron queridos. Uno puede desear que el otro sepa que piensa que sus socios birmanos son obtusos, pero es de esas cosas que no se pueden poner por escrito. A menudo en la vida nos vemos a defender dos posturas, la que tenemos que defender de cara a la galería y la que sostenemos sinceramente. Hay veces que hay que hacerle guiños al otro y dejarle que sepa que cuando dimos aquel puñetazo en la mesa o pronunciamos aquel discurso incendiario, no íbamos en serio, que lo hicimos por exigencias del guión. El otro lo acepta y lo entiende, porque a menudo hace lo mismo.
Cada uno que juzgue a Assange como quiera, pero al que le deberían llover capones es al que diseñó un sistema de seguridad tan chungo, que cualquiera te puede robar cables secretos. Aunque en su defensa, esa persona puede alegar que toda institución se enfrenta con el dilema entre confidencialidad y difusión de la información. Cuanto mejor informada esté mi gente, más eficaces serán y trabajaremos más conjuntadamente, pero a cambio los riesgos de filtraciones crecerán. Me imagino que los próximos años veremos en los gobiernos y las organizaciones cómo se refuerza la confidencialidad de los documentos. Y dentro de unos años veremos que la información no fluye bien y que hay que suavizar los controles y los suavizaremos y vendrá el sucesor de Assange y… ¡Qué aburridos somos los humanos! ¡Siempre andamos repitiéndonos!

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