Habiéndonos recorrido media geografía española, tras varios intentos e insistencia por parte de la familia y allegados (¿verdad, Ezequiel?), por fin hacemos un hueco para visitar Zamora. No puedo ser objetiva con esta ciudad, pero intentaré ajustarme lo más posible a la realidad... al menos a mi realidad ;).
Después de 10 años sin ir, habiendo ido prácticamente todos los años desde que tenía 15 días, lo primero que me sorprendió fue lo bonita que estaba la ciudad. Limpias las calles, casi todo el centro semipeatonal, con la tranquilidad que ello otorga y cuidadísimas sus iglesias románicas, auténticas joyas que te encuentras en cada esquina. Destacable también el magnífico trabajo de restauración realizado en el Castillo y sus alrededores (con entrada gratuita). Si estáis por la zona, visita obligada, junto con la Catedral (al menos por fuera, que ahí sí que cobran).
Y sobre el tapeo, que al final no deja de ser nuestro hilo argumental, tampoco se queda atrás. A diferencia de otras ciudades, aquí las tapas se pagan, pero es difícil pasar los 3 € por ronda de vino y tapa.
La primera noche, quisimos ir sobre seguro, ya que aún no llevábamos "sherpa" y nos adentramos en la Calle de los Herreros, que sale de la Plaza Mayor. Esta zona ofrece tapas y al comenzar la noche, muchos de los bares suben la música, apagan la plancha y empiezan a servir copas. Deja de ser zona de tapas para ser zona de copas. Nos estrenamos en el tradicional Los Abuelos I, donde tomamos dos refrescos, una caña y unos tigres, 2 por persona y pagamos 9,30 €. Desde ahí, vamos a Lasal, casi al final de la calle, que es famoso por sus pinchos elaborados. Nos tomamos un par de verdejos, una caña, dos lomos de sardina "La Sal" (aderezada con algo que no conseguimos descubrir exactamente qué era, pero muy rica) y un paté de perdiz, que nos dejó algo indiferentes. Todo por 10,50 €.
Acabamos la calle en el bar "Chori", con una brasa donde la especialidad es el chorizo. Estaba francamente rica y muy buen precio (un par de verdejos, un corto de cerveza y 3 tapas de chorizo, ¡6,60 €!). La última de la noche nos la tomamos en el Café Viriato, que ostenta varios premios en los concurso de tapas de la ciudad. Y sí, los pinchos estaban buenos, pero tal vez habría que darles también el premio a los camareros más insolentes. Tampoco los precios están en línea con los del resto de la ciudad... Nos tomamos un par de blancos, un pincho de centollo y otro de carne con setas por 7,80 €.
A la mañana siguiente, en la sesión vermut nos adentramos en un par de clásicos: El Lobo (C/ Del horno de San Torcuato, paralela a la Calle Santa Clara). La especialidad son los pinchos morunos, los que sí (que sí pican) y los que no (que no pican). Probamos ambos para comparar y como no nos va mucho el picante, nos quedamos con los que no, pero aún así, ambos merecen mucho la pena. Por sabor y por precio. Un par de refrescos, una caña y 3 pinchos, 7,40 €.
A continuación vamos al Bambú, especializado en tiberios (mejillones con salsa picante) y perdices (sardinas rebozadas). Un corto, un par de tintos, una de tiberios y una perdiz, 8,50 €.
Comimos en el Restaurante Bier (C/ Benavente). Pese a que el trato de inicio nos resultó un poco extraño (aún no les atendemos porque es pronto, no se sienten aún que tenemos que comprobar que la mesa no está reservada...), al final acabamos bastante satisfechos con un menú que ofrecía gran variedad de primeros y segundos platos, entre ellos muchos típicos de la zona (arroz a la zamorana, mollejas, bacalao...), por 15 €.
Por la noche, ya con guía, iniciamos el tapeo en "El Colmado" (en la Plaza Mayor, detrás de la iglesia de San Juan), además de tapa de cortesia tiene de carta muy originales, entre ellas dos tapas de pulpo, ensaladita de quesos, tosta de cecina y hamburguesita, todas las tapas a 2 €, excepto la hamburguesita a 1,50 €.
A continuación, fuimos al Capitol, donde tomamos unas tapas de pulpo y unos crujientes de langostino que no pudimos apreciar demasiado por el mal servicio: 30 minutos de espera en barra para tomar un vino y una tapa, que se nos hicieron demasiado largos porque teníamos reservado y llegábamos tarde. El lugar de la reserva no era otro que el "Chimeno" (Cuesta del Piñedo). Bar de toda la vida, con un reciente lavado de cara pero que mantiene su esencia, sus mesas y su "carta". Su carta se reduce a embutidos y su famosa "ensalada Chimeno". Un ensaladón XXL, con lechuga, cebolla, tomate, pimiento, atún, huevo cocido, sardinas, aceitunas y muy bien aliñada y aderezada con pimentón. No sé cual es el secreto, solo puedo decir que mi madre lleva más de 30 años intentando hacer esta ensalada en casa y no, no le sale igual. Nos tomamos la ensalada, una tabla de embutido variado y dos rondas de 5 bebidas, por 43 €.
El sábado por la mañana nos alejamos un poco del centro histórico y cruzamos la Avenida Alfonso IX a tomar el vermut. La primera ronda es en el "Benito & Co" (Avenida Príncipe de Asturias). Tienen la barra vacía de tapas, pero anuncian varias opciones de tapeo y nos tomamos una de bravas que no pasará a la historia. Desde ahí vamos a "El Portón", que estaban en plena celebración de la Feria de Abril. Allí nos tomamos una de caracoles y unos boquerones en vinagre, con la ronda de 5 consumiciones, 24,30 €. Y desde ahí acabamos la zona en "La Boheme", parada un poco fracaso, donde no tenían Coca-Cola sin azúcar (ni light ni zero), el vino estaba malo y pedimos unas croquetas con pisto y no quedaban de jamón, nos las pusieron de pollo y sin el pisto y además estaban bastante malas. La ronda con las croquetas y una tapa de carrillera por 13,10 €.
Comimos en La Baraka. De entrada nos contrarió un poco porque no nos dieron carta y nos cantaron los platos disponibles, con la consiguiente incertidumbre que ello te crea y la poca posibilidad de debatir la elección de los entrantes. Finalmente pedimos una ensalada con ahumados, mollejas (exquisitas) y para comer bacalao y solomillo. Con una botella de vino de Toro Rejadorada y un único postre (curiosa tarta de mousse de violetas) con cafés por 25 € por cabeza. Salimos muy satisfechos. Muy buena material prima y estupendo tratamiento de la misma.
La ronda de la noche, para despedirnos ya de Zamora, la iniciamos en la barra de "El Rincón de Antonio". Este restaurante ostentó una estrella Michelin hasta hace unos años. Ahora tienen un menú degustación de 6 platos por algo más de 30. Creemos que puede ser interesante. Quisimos hacer una pequeña prueba de sus tapas en la barra, así que pedimos unos Tacos de bacalao, piñones fritos y pimiento dulce; Morcilla de Zamora con cebolla y chile (muy rica, aunque también muy picante); Salchicha de Zamora confitada con ketchup de la casa (regularcilla); Suprema de codorniz, cebolletas y caldo escabechado; Pan de Zamora, salmón, verduras escabechadas y mango. Con las 5 bebidas (cervezas y refrescos), 19 €.
Luego fuimos a El Chillón, especializado en tortillas: Tortilla de patata, de calabacin, con salsa (la misma salsa que los tiberios) y otras tapas de casquería, como patas, callos, lengua y cachuelas (mollejas de pollo). ¡Todas las tapas a 1€!!!! Y no, no son ni mucho menos de la calidad de los "low cost" que están surgiendo últimamente.
Y para terminar, el punto álgido de la noche lo conseguimos con el "Pata Negra", nuestro descubrimiento en la ciudad. En la Calle Pelayo, tienen un cartel anunciándose en la Calle Santa Clara y por eso nos acercamos. Se anuncian como "ganadores del concurso de pinchos". No sabemos si es verdad ni, si lo es, de qué año ni de qué concurso, pero lo que sí que sabemos es que probamos el pincho que anunciaban como ganador en 2.013, el "Torito", y nos quedamos encantados. Bocadillito de carne de buey muy poco hecha y con un aliño muy original. Dos de estos pinchos, tosta de bacalao, pulpo y 4 bebidas, 13,90 €.
En definitiva Zamora y sus tapas bien merece una excursión.
(Para Ramiro, en agradecimiento a su aportación a mi cariño por esta ciudad).