Yemayá 2021 Albillo Mayor

Arrancaremos este nuevo año con una entrada sobre un vino de albillo mayor de la zona del Arlanza, y de seguro que pronto añadiremos alguno más, pero quería empezar 2022 con este vino de la bodega de Ramiro García, nuevo presidente de la D.O. Arlanza, al que deseo la mejor de las suertes, y el mejor de los criterios, y sin duda, la ayuda de esta diosa del mar, Yemayá, con la que ha bautizado su primer vino blanco, le será de utilidad. Esta diosa del mar, originaria de Nigeria, se ha expandido por el Nuevo Mundo con gran poderío, estando presente en Brasil, Cuba, EEUU o Uruguay. Curiosamente, esta deidad es un nombre perfecto para este vino, ya que su punto salino nos lleva directamente a los dominios de Yemayá, el mar. También supuso el primer vino con el que inauguré mis aportaciones a los #VinosEntreAmigos, un podcast informal de vinos dirigido por David Vázquez del blog La Mesa del Conde. Pinchando en la imagen os llevará al enlace de iVoox, aunque también tiene su versión en Youtube. La verdad que los podcast y las cámaras web no son lo mío, pero también es cierto que uno pasa un rato muy divertido. No olvides suscribirte :).

El Yemayá Albillo Real 2021 está elaborado por la Bodega Palacio de Lerma, pegada a la Nacional 1 a su paso por la Villa Ducal, y pertenece por tanto a la D.O. Arlanza, aunque esta añada aún sale sin la contra. En esta bodega existen dos líneas de marcas, una más genérica llamada como la bodega, Palacio de Lerma, siendo tintos de diferentes crianzas en barrica, desde el joven al reserva, y el ojito derecho de Ramiro, sus vinos radikales, entre los que comentamos el Rosarito, el Barbudo, y este Yemaya que es el primer blanco de la bodega. Hay que recordar que hasta no hace muy poco, no estaban las uvas blancas amparadas por la DO. Que yo sepa es también la primera añada que elaboran este blanco, y aún no pudo salir con la contra de la DO, pero ya me han dicho que la de la próxima añada, 2022, sí lo hará.

Presenta un color dorado pálido con destellos verdosos, y restos de las lías con las que efectúa su crianza. Voltaje de 12,9 grados. Amable nariz, no muy intensa, algo de albaricoque, con un marcado punto salino que descoloca al principio, llevándome en las alas de la diosa Yemaya directamente al sur. En boca el vino tiene una entrada amable también, cuerpo medio y una acidez muy en el límite cuando lo probé, volviendo recuerdos a manzanilla, leves puntos cítricos, melocotón, y una discreta persistencia. Un vino que me dejó algo descolocado, pero que una vez superada esa «sorpresa», nos deja un vino muy curioso, ya que parece más elaborado en el Marco de Jerez que en las alturas castellanas. Es un vino de pequeña producción, y creo que en los próximos años puede darnos muchas alegrías.

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