Por Bernardo Villar
Existe una distinción que algunas veces es difícil hacer: MI mundo vs EL mundo.
EL mundo es todo lo que es y ocurre. EL mundo son hechos fríos, duros y sin sentido; EL mundo es como es.
MI mundo (o TU mundo) es el montón de explicaciones e historias que me invento (y te inventas) de EL mundo. En tu mundo todo tiene un sentido, todo existe de manera coherente con todo lo que tu crees. TU mundo es la manera en que interpretas EL mundo y tiene que ver contigo. Prácticamente no podemos saber cómo es EL mundo, sino tan solo cuál es nuestra experiencia de él.
TU mundo contiene tu realidad: cómo es el mundo para ti, lo que es posible y lo que no, lo que es bueno o malo para ti, lo que es correcto o incorrecto. Tiene que ver contigo solamente.
El asunto que muchas veces olvidamos que MI mundo no es EL mundo y no hay razón para que MI mundo sea EL mundo de todos. Entonces nos peleamos y defendemos nuestra idea de que EL mundo es de cierto modo a capa y espada. Algunas veces, con las mejores intenciones terminamos imponiendo o queriendo imponer nuestra experiencia del mundo como la única válida.
Y en esta experiencia del mundo, como es mía, yo soy el centro, el ombligo del mundo. Todo lo que pasa, que no es sino nuestra interpretación, tiene que ver conmigo. Todo es personal.
Este modo de perder de vista lo que es EL mundo y lo que es MI mundo han acarreado y acarrean aún todos los conflictos humanos, desde asuntos personales hasta guerras sangrientas. Pensar que MI mundo es EL mundo es fuente de mucho del sufrimiento humano.
Imagínate la libertad que trae consigo saber que lo que interpretas tú no es necesariamente lo que interpreto yo y que no sea lo mismo no es ni bueno ni malo. En dado caso, esa diversidad de pensamiento nos permite crecer.