Tampoco he recibido aún la edición "en papel" de mi artículo semanal de Astronomía en el Suplemento El Zoco de Diario Córdoba, el último del año, publicado ayer 23 de diciembre de 2012. Aquí dejo la edición en texto y la imagen, cuando lo reciba lo adjunto en el formato habitual.
Aprovecho para desear Feliz Navidad y lo mejor para el Nuevo Año 2013 a todos los que leeis esta bitácora de divulgación astronómica.
Si existen unos objetos astronómicos que se puedan identificar fácilmente con la Navidad son las nebulosas, las regiones de formación estelar. Esta relación existiría no sólo por el hecho de que son en estas nubes de gas difuso donde nacen las estrellas y se forman los planetas sino también porque las nebulosas ofrecen todo un patrón de colores y formas, juegos de luces y sombras que, al igual que la decoración navideña, alegra, inspira y motiva la mente humana. Las morfologías caóticas de las nebulosas muestran el movimiento del gas y su evolución. Los colores de las nebulosas provienen de distintos elementos químicos presentes en el gas: hidrógeno, helio, oxígeno, azufre, nitrógeno, además de las zonas densas ricas en polvo que aparecen muy contrastadas de color oscuro sobre el resto de tonalidades.
Una de las nebulosas más brillantes que se pueden observar desde nuestro planeta es la región de formación estelar que rodea a la gigantesca estrella Eta Carinae. Localizada en la constelación austral de la Quilla (uno de los asterismos surgidos de la división de la antigua constelación del Barco de los Argonautas), la Nebulosa de Carina en realidad se encuentra a unos 7500 años luz de la Tierra. Se trata de una de las regiones de formación estelar más cercanas a nosotros, por eso su visión con un pequeño telescopio en una noche oscura es espectacular. Sin embargo, dada su localización en el cielo este objeto es sólo observable desde el Hemisferio Sur, donde la Vía Láctea hace que el firmamento resplandezca con tonalidades grisáceas y no oscuras. La imagen que ilustra este artículo es una nueva toma de la Nebulosa de Carina obtenida con el nuevo Telescopio de Rastreo del VLT (“VLT Survey Telescope” en inglés, o VST), en el Observatorio de Paranal (Chile). Perteneciente a Observatorio Europeo Austral (ESO por sus siglas en inglés) y al Instituto Nacional de Astrofísica de Italia (INAF), este nuevo telescopio de 2.6 metros de tamaño complementa muy bien a los cuatro grandes telescopios del complejo VLT, o “Very Large Telescope” (Telescopio Muy Grande, también en Paranal), cada uno provisto de un espejo de 8.2 metros. En efecto, mientras que estos telescopios son usados por los astrofísicos para explorar áreas pequeñas del cielo pero con una gran resolución angular, el nuevo VST va a estudiar regiones muy amplias del cielo del Hemisferio Sur para ahondar en la comprensión tanto de la estructura de la Vía Láctea como del Universo distante.
Imagen de la Nebulosa de Carina obtenida combinando datos del nuevo telescopio VST, en el Observatorio de Paranal (Chile). Crédito de la imagen: ESO. Agradecimientos: VPHAS+ Consortium/Cambridge Astronomical Survey Unit.
El VST fue inaugurado en junio de 2011 y está equipado por una cámara de última generación, OmegaCAM, de 268 megapíxeles. En contraste, las cámaras digitales tipo réflex que encontramos en el mercado actual suelen tener entre 15 y 20 megapíxeles. En realidad, OmegaCAM usa 32 chips CCD independientes, cada uno de 8.4 megapíxeles, para que la lectura de los datos se haga rápidamente. Una única toma con esta gigantesca cámara proporciona una imagen de 1º x 1º en el cielo, o dicho de otra forma, del tamaño aparente de dos lunas llenas por dos lunas llenas en el cielo. OmegaCAM ha sido diseñada para rastrear el cielo a gran velocidad y con una gran calidad de imagen. Así, la imagen de la nebulosa de Carina se consiguió con un único apuntado, algo imposible de conseguir en la mayoría de los telescopios profesionales. Es por este motivo por el que VST estará dedicado básicamente a realizar cartografiados. De hecho, VST es el telescopio más grande del mundo dedicado exclusivamente a rastrear el cielo en los colores que nuestros ojos ven.
ESO ha seleccionado tres grandes cartografiados para observar con VST. El primero de ellos es el proyecto VPHAS+, acrónimo de “Cartografiado Fotométrico y en Hidrógeno-alfa del Plano Galáctico Austral” en inglés. Como su nombre indica, este cartografiado observará el plano de la Vía Láctea, mapeando la estructura del polvo, buscando nuevas nebulosas, estrellas masivas, estrellas en formación, enanas blancas y cualquier otro objeto exótico. Se estima que VPHAS+ catalogará cerca de 500 millones de objetos, una base de datos impresionante para futuros estudios de la estructura de nuestra Galaxia. Por otro lado, los cartografiados KIDS y VST-ATLAS estarán dedicados a observar extensas zonas del Universo profundo. Aunque con objetivos científicos concretos diferentes, ambos proyectos tienen en común el estudio de la evolución de las galaxias y los cúmulos de galaxias e intentar entender un poco mejor qué son la materia oscura y la energía oscura dentro del contexto cosmológico. Para ello deben buscar la distribución de galaxias lejanas, muchas de ellas aún no descubiertas.
Como curiosidad, los datos de VST que sirvieron para crear la bonita imagen en color de la Nebulosa de Carina se tomaron durante una visita del Presidente de Chile, Sebastián Piñera, al Observatorio de Paranal, el 5 de junio de 2012, aunque la imagen final contiene también datos obtenidos en otras noches. La imagen de VST de la Nebulosa de Carina codifica los colores azules, verdes y rojos en forma análoga a como verían nuestros ojos este objeto. Sin embargo, para enfatizar el gas se han añadido datos obtenidos en la línea principal del hidrógeno ionizado (Hidrógeno-alfa), que también se ha coloreado en rojo en la imagen. La emisión del gas es consecuencia de la intensa radiación ultravioleta que emiten las estrellas más jóvenes, muy calientes y masivas dentro de la nebulosa, que son capaces de “excitar” el gas y hacerlo brillar. En las escalas del Cosmos estas estrellas han nacido muy recientemente, algunas tienen escasos millones de años. Sin embargo aún desconocemos muchos de los detalles físicos que llevan a una nube difusa de gas a condensar y formar nuevos soles, y así entender cómo nació el Sol y el resto del Sistema Solar hace unos 4500 millones de años.