Feliz Año Nuevo. Tras el descanso obligado de Navidad, que en Australia equivale a las vacaciones de agosto en España, retomo la actividad por aquí, de nuevo dejando el artículo de Astronomía que publiqué el domingo pasado, 11 de enero, en el Suplemento Zoco de Diario Córdoba. Originariamente este artículo estaba programado para el domingo 21 de diciembre, pero al final no se publicó El Zoco ese día. De ahí el motivo navideño del artículo.
Uno de los objetos de cielo profundo que más llaman la atención a los astrónomos aficionados es el cúmulo abierto NGC 2264. Este objeto se encuentra en la constelación de Monoceros (El Unicornio), región del cielo entre Orión, el Can Mayor y Géminis. La constelación del Unicornio carece de estrellas brillantes pero es rica en objetos difusos dado que se localiza dentro del plano de la Vía Láctea. Lo primero que llama la atención de NGC 2264 cuando se mira con un telescopio es la peculiar distribución de sus estrellas brillantes: parecen formar un abeto. Así, no es difícil explicar por qué se rebautizó a NGC 2264 como “el cúmulo del Árbol de Navidad”. Además, uno de los mejores momentos del año para su observación es justamente en tiempo de Navidad.
El cúmulo abierto NGC 2264, o el Cúmulo del Árbol de Navidad, en la constelación de Monoceros (El Unicornio) es una rica región de formación estelar donde encontramos la Nebulosa de la Piel de Zorro y la Nebulosa del Cono. Crédito: Dieter Willash (Astro Cabinet).
En realidad, NGC 2264 es una inmensa nube de polvo y gas interestelar donde cohabitan nebulosas y estrellas jóvenes, todas ellas relacionadas físicamente entre sí. Además del cúmulo del Árbol de Navidad encontramos la famosa Nebulosa del Cono y la Nebulosa de la Piel de Zorro, todas ellas formando parte de un complejo aún mayor, conocido como Asociación Molecular de Monoceros OB1, a unos 2400 años luz de la Tierra. Como tantos otros famosos objetos de cielo profundo, NGC 2264 fue descubierto por el famoso astrónomo inglés William Herschel. El 18 de enero de 1784 describió el cúmulo abierto. Casi dos años más tarde, el 26 de diciembre de 1785, descubrió la Nebulosa del Cono tras un estudio detallado de la zona. La imagen adjunta, obtenida por el astrofotógrafo holandés Dieter Willash desde el Observatorio Amateur Internacional Sternwarte (Namibia), muestra en detalle la riqueza y belleza de NGC 2264. Las estrellas del cúmulo aparecen brillando en azul y forman el Árbol de Navidad, con la brillante estrella 15 Monocerotis en la base del árbol. Esta estrella, también designada como S Monocerotis dado que varía ligeramente de brillo, puede verse a simple vista. En realidad 15 Monocerotis es un sistema binario que necesita 25 años para completar una órbita. La estrella más masiva del par brilla casi como lo harían cien mil soles. En efecto, todas las estrellas del cúmulo NGC 2264 son muy jóvenes (pocos millones de años, se han creado del gas difuso de la zona), muy calientes (temperaturas superficiales superiores a 30 mil grados en muchos casos, la temperatura en la superficie del Sol es de unos 6500 grados) y masivas (la mayoría explotarán como supernovas al final de su vida), emitiendo así gran parte de su radiación en colores azules y ultravioletas. Es esta radiación la que “enciende” el gas difuso, que vemos así brillar en rojo (emisión del hidrógeno ionizado).
Alrededor de 15 Monocerotis el gas y el polvo también brillan en azul: en este caso están reflejando la luz de las estrellas brillantes, constituyendo así una nebulosa de reflexión. Abajo a la izquierda de la base del Árbol de Navidad aparece otra nebulosa donde el gas (en rojo) y las zonas más densas y ricas en polvo (negro) constituyen una peculiar estructura. Se trata de la Nebulosa de la Piel de Zorro, objeto creado por la rápida evolución de las estrellas más masivas del cúmulo, que han inducido esta región donde el gas y el polvo están mezclados de forma turbulenta. Finalmente, como estrella en el Árbol de Navidad se encuentra una curiosa nebulosa oscura conocida como la Nebulosa del Cono. Este objeto se puede distinguir con telescopios de aficionados de mediano tamaño en noches oscuras, dado que ocupa 1/3 del tamaño aparente de la Luna en el cielo. Su tamaño real a la distancia de NGC 2264 es de unos 7 años luz. La punta del Cono posee a su vez una nebulosa en donde, ahora mismo y como han revelado los datos obtenidos con el Telescopio Espacial Hubble, están formándose nuevas estrellas. La inusual forma de la Nebulosa del Cono es consecuencia de la interacción de la energética radiación y el gas caliente emitida por las estrellas jóvenes de NGC 2264 con el polvo interestelar. No obstante la razón exacta de la misteriosa morfología de la Nebulosa del Cono es aún un misterio.