18 de Septiembre del 2012 | etiquetas: Cine clásico, Manel Carrasco
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Hacer una película tiene algo de lotería, porque son tantos los factores que pueden arruinarla como casillas hay en un billete de la Primitiva. La verdad es que, pensado fríamente, da vértigo: un rodaje gafado, unos profesionales que no se llevan bien, un mal día del director, del guionista o del productor, una mala coyuntura política o social, un revés financiero, un actor indispuesto, un accidente terrible, una guerra civil… Y por si todo esto fuera poco, encima luego dependes del beneplácito de la crítica y el público; y es en ese momento cuando sientes nostalgia de cuando solo tenías que lidiar con el equipo, con el azar o con las balas. Todo esto se lo podrían preguntar a Charles Laughton, uno de los ejemplos más palmarios de que el cine imita a la vida, y la vida tiene un sentido del humor muy particular.
¿El saben aquel que diu que es un actor reputado que dirige una obra maestra, una de esas que no se pueden obviar, y se la ponen tan a caldo que no dirige nada más? Algo así le ocurrió a Charles Laughton, centro involuntario de una página de la historia del cine norteamericano que nunca nos cansaremos de recordar. Si esto fuera un crimen Laughton sería la víctima, La noche del cazador (1955) la involuntaria arma arrojadiza, y el resto del mundo sería el asesino. Más o menos como si te apuñalaran con un Picasso. Laughton produjo una maravilla de 90 minutos que bebía de las mejores fuentes estéticas y narrativas, un cuento de terror para niños tan inquietante como rematadamente bonito. El problema es que fue uno, y nada más. La recepción de "La noche del cazador" fue tan nefasta que Laughton se desanimó y no volvió a dirigir. Aunque bueno… eso no es exactamente cierto. De hecho, es una más de las múltiples historias alrededor de la película. ¿Echamos una ojeada?.
1-Un caso real: Harry Powell, el asesino que interpreta Robert Mitchum, está basado en Herman Drenth, un granjero de origen holandés. Drenth se valió de sus poderes de seducción para conocer a dos viudas en la sección de contactos del periódico. Cuando ambas mujeres desaparecieron, la policía encontró un auténtico camposanto en el garaje del amante encantador: Drenth las había asesinado, así como a los tres hijos pequeños de una de ellas. Como el personaje de Powell, su única motivación era el dinero de las víctimas, y la crueldad de sus actos ponía los pelos de punta. Herman Drenth fue colgado en 1932. Por cierto, su alias más conocido era Harry Powers, casi un calco del Harry Powell de Mitchum.
2-Gary Cooper: En su búsqueda del perfecto Harry Powell el equipo pensó seriamente en Gary Cooper. Sin embargo, el héroe americano por antonomasia rechazó el proyecto por el riesgo que suponía para su carrera interpretar a un tipo tan miserable. No se puede ser el sargento York, o el honrado Will Kane, y después convertirse en un ogro que persigue a los niños. Cooper, de hecho, era un buenazo que no se rompía mucho la cabeza. Cuando supo lo que pasaba realmente en la “Caza de brujas” renegó de su participación en ella, de sus conexiones con el sector más conservador de Hollywood, e incluso fue la cara visible de una alegoría de la situación tan contundente como Sólo ante el peligro (1952). Para él las cosas estaban bien o mal, así de simple, y quizá Powell pedía un actor más matizado. Laughton definió a Cooper a la perfección: “Hay algo puro en él, y él no lo sabe. Realmente, este chaval no tiene ni la más mínima idea de lo bien que actúa”.
3-Robert Mitchum: Y si Laughton buscaba un actor con matices, el “otro” hoyuelo de Hollywood (Kirk Douglas es Kirk Douglas) era su hombre. Pese al fracaso de la película, Robert Mitchum siempre tuvo muy claro que Harry Powell era su mejor papel, y Laughton el mejor director con quien había trabajado. Su interpretación es tan magnética como terroríficos son sus andares. Un amoral disfrazado de reverendo, con el amor y el odio tatuados en los nudillos. Si Cooper era la luz, Mitchum tenía una inmensa escala de grises. Laughton también habló de él: “Es un hombre grácil, culto, amable, y habla muy bien… si le apetece. Bob sería el mejor Macbeth de todos los actores vivos”.
4-¡Presente!: Mitchum podía entender, a su manera, a Harry Powell. Durante el cásting para la película, Laughton describió al personaje como “un diabólico pedazo de mierda”, a lo que Mitchum respondió con un sonoro “¡Presente!”. El papel era suyo.
5-¿Nunca más?: La historia oficial dice que Charles Laughton no volvió a dirigir tras el fracaso de su primer trabajo. Eso es sólo cierto a medias: Laughton no volvió a dirigir cine, aunque sí teatro, pero La noche del cazador no era su primera película. En realidad también participó en la dirección de El hombre de la Torre Eiffel (1949). A los tres días de empezar el rodaje de esta pequeña película, Laughton amenazó con largarse si no substituían a Irving Allen por su amigo Burguess Meredith, que formaba parte del cásting. La influencia de Laughton era tan grande que logró su propósito, ¡y eso que Allen también era el productor! Con el cambio de papeles, Laughton se encargó de dirigir aquellas escenas en las que salía Meredith ante la cámara.
6-Lillian Gish: Robert Mitchum es la estrella, Shelley Winters es la víctima que desprotege a sus hijos, pero era Lillian Gish quien daba rostro a la verdadera alma bondadosa del asunto: la señorita Cooper. Gish era una leyenda viva del cine, mucho más que la actriz fetiche de D.W. Griffith. Su carrera se extendió durante setenta y cinco (¡75!) años de cine y televisión, aunque tras el fin del mudo su papel más importante fue, con toda probabilidad, el de La noche del cazador. Claro que su personalidad distaba mucho de la de la señorita Cooper. Gish era antisemita, filofascista, admiradora de Mussolini, partidaria de no intervenir en al Segunda Guerra Mundial y, a grandes rasgos, racista. Una joya, vamos.
7-Ansias asesinas: Mitchum y Shelley Winters no se llevaron nada bien durante el rodaje. El actor, en uno de sus habituales arranques de sarcasmo, aseguró que hubiera deseado que Laughton utilizara a la propia Winters en la escena del cadáver flotando en el río. Y si Robert Mitchum te dice eso, será mejor que te preocupes de verdad…
8-El remake: En realidad deberíamos hablar de una nueva adaptación de la novela de Davis Grubb, pero la relevancia de la versión de 1955 es tal que no cabe en la cabeza que alguien pueda retomar el proyecto. Para entendernos, es como si habláramos de readaptar Casablanca (1942) que, pásmense , también tiene otra versión con David Soul (el rubio de Starsky y Hutch). Volviendo al tema, el remake televisivo de La noche del cazador contaba con Richard Chamberlain en el papel de Harry Powell (que cada uno escoja su favorito) y en el papel de Birdie, el mismísimo Burguess Meredith.
9-Pero ¿quién escribió el guión?: La adaptación a la gran pantalla viene firmada por el novelista James Agee, responsable también del guión de La reina de África (1951). Sin embargo, Robert Micthum afirma en sus memorias que Laughton rechazó el guión y lo rescribió de arriba abajo. Pues bien, Mitchum faltó a la verdad. En 2004 se encontró una versión del guión original de Agee, que prueba hasta qué punto la película se mostró fiel a su trabajo. Lo que sí parece probado es que Laughton exigió recortes sobre la propuesta de guión, demostrando de paso que era un auténtico genio a la hora de pulir y agilizar las historias ajenas.
10-Un cuento de terror: El relato que adaptan Laughton y Agee presenta una galería de personajes que se apoyan sobre los arquetipos más conocidos del cuento infantil. Harry Powell hace las funciones de ogro incansable, que persigue a los niños para devorarlos. John y Pearl son los protagonistas infantiles, que deben valerse de su propio instinto ante la incapacidad de los adultos para protegerlos. La señorita Cooper, por otra parte, encarna a la hada buena, la única adulta capaz de enfrentarse al monstruo. Y todo ello en el entorno de la Gran Depresión, tan parecido a las épocas de penurias medievales en que se enmarcan tantos cuentos clásicos.
11-Una fotografía de cine: Una virtud determinante para La noche del cazador es el trabajo de fotografía de Stanley Cortez. La mano firme de Charles Laughton encontró un perfecto aliado para diseñar los pesadillescos claroscuros de la América rural. Las influencias expresionistas son poderosos catalizadores de la fuerza y el talento que derrocha cada plano del film. Laughton buscó una luz que nos conectara con nuestros miedos más infantiles, con los terrores nocturnos de siluetas recortadas y sombras indefinidas. El mayor miedo para un niño es una silla en una oscura habitación, capaz de transformarse en una amenaza al acecho para las imaginaciones más desatadas. Cortez entendió perfectamente este principio, y lo plasmó en pantalla como nunca se había hecho antes.
12-Una silueta a caballo: Entre las escenas más famosas de la película encontramos el plano dela silueta de Harry Powell montando a caballo. Laughton planteó que hubiera una gran perspectiva que acentuara la inquietud que provoca la amenazante figura, que se acerca lentamente. Pero como el estudio no permitía tal profundidad de campo, para falsear el efecto la silueta no pertenece a Mitchum sino a un enano que monta un pony.
13-Malditos niños: Dice la leyenda que Laughton no soportaba a los niños, y que en realidad muchas de las escenas con los dos protagonistas infantiles fueron rodadas por Mitchum. El actor era padre de familia, y en principio tenía más facilidades con estos temas. Otra versión de la historia cuenta que Laughton se centraba obsesivamente con el actor con quien estuviera trabajando en ese momento, y cuando había acabado con él ya no le hacía más caso, dejando en su caso a los niños totalmente abandonados.
14-El batacazo: El estreno de la película fue un auténtico palo para Laughton. La crítica la desdeñó absurdamente, y el público le dio la espalda. La noche del cazador recaudó 795.000 dólares, y tuvo un beneficio neto de apenas 300.000 dólares. Un desastre. Laughton no volvió a dirigir, lo que resulta muy llamativo si tenemos en cuenta que el actor inglés era un hombre de gran determinación. Hizo falta el paso del tiempo para que la película recibiera el reconocimiento que merecía y las cosas se pusieran en su sitio.
15-El siguiente proyecto: Si la situación hubiese favorecido a La noche del cazador, Charles Laughton seguiría su carrera como director. En realidad ya tenía otro trabajo en mente: una adaptación de Los desnudos y los muertos de Norman Mailer. Una pena. Sólo nos queda imaginar cómo habría podido ser su segunda película, y la tercera, y la cuarta, y la quinta...