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15º DerHumAlc. Lo que quedó en el tintero

Publicado el 14 agosto 2013 por María Bertoni

15º DerHumAlc. Lo que quedó en el tintero 14/08/2013

Posted by María Bertoni in 2013, DerHumALC, Cine.
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15º DerHumAlc. Lo que quedó en el tinteroLa condición unipersonal de la cobertura que Espectadores les dedica a los festivales de cine suele dejar sabor a poco. Por un lado resulta humanamente imposible ver siquiera un cuarto de las películas programadas (un total de 120 en el caso del 15º Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos). Por otro lado, cuesta llegar a término con la publicación de todas las reseñas y crónicas elaboradas; de ahí la ocurrencia de redactar un último post, a modo de anotaciones sueltas, con lo que quedó en el tintero.

Reseñas finales
E-wasteland y Non ridere, non piangere non giocare compitieron con la ganadora Thank God it’s friday en la sección oficial de corto y mediometrajes. Aunque abordan temas absolutamente disímiles, ambas películas no sólo revelan datos y realidades que la mayoría de los espectadores argentinos desconocemos, sino que invitan a reflexionar sobre el estado de total desinformación al que los medios masivos de comunicación y la industria del entretenimiento nos someten a diario.

Mientras el revulsivo documental del australiano David Fedele retrata sin una palabra el proceso de reciclado manual de basura electrónica en Ghana (de paso, cabe señalar que el mundo produce anualmente cincuenta millones de toneladas de este desperdicio), la ficción del italiano Maurizio Losi recrea -de manera estereotipada, incluso algo caricaturesca- la vida de los niños hijos de exiliados italianos en la Suiza de los años 1970 y 1980, cuando las leyes inmigratorias de ese país prohibían que los empleados extranjeros se reunieran con parientes menores de la edad requerida para trabajar.

Distinto es el caso de Chile Imaginario, también suscripto a la competencia de corto y mediometrajes pero con menos capacidad reveladora, al menos para el público porteño, conocedor de la relación conflictiva que el país trasandino mantiene con su pasado -en especial con los tiempos de dictadura pinochetista- y con las dificultades de un presente indisociable de la generalizada crisis occidental. La animación de Claudio Díaz resulta sin dudas estimulante; no así la excesiva verborragia de los personajes.

Exhibida fuera de competencia y en el marco de la Ventana Nápoles, el mediometraje Zavorra o Lastre describe el día-a-día de los mayores alojados en un geriátrico de la ciudad siciliana de Trapani. Con una cámara sin otra intención aparente que la de registrar distintos momentos de la convivencia de los residentes con sus pares y con parte del personal, el director Vincenzo Mineo también expone el fenómeno de “carga” sugerido en el título del film.

Aunque ambientado en un hogar bien llevado, es decir, sin las deficiencias edilicias y profesionales habituales en entidades similares, este retrato de la tercera edad conmueve incluso a los espectadores que tuvieron o tienen un ser querido institucionalizado, y por consiguiente conocen el estado de ánimo de quienes habitan esta suerte de antesala de la muerte.

A la sección Migrantes pertenecen Madre bajo la piel de Mercedes Afonso y Kinderen van de Rekening (o La dulce esperade Fabio Wuytack. Aunque desde perspectivas y con estilos diferentes, ambos documentales abordan la tragedia de los extranjeros ilegales. Mientras la película española se concentra en relatos de viajes clandestinos de África a las islas Canarias, la segunda gira en torno a una pareja conformada por un muchacho afgano y una joven kosovar que (sobre)viven en la Bélgica flamenca sin documentos ni trabajo mientras esperan -y finalmente tienen- un bebé (sin nacionalidad).

Por la contundencia de los testimonios, las dos aproximaciones emocionan hasta las lágrimas. Sin embargo, la segunda hace gala de una estética, de una capacidad de síntesis y a la vez de una profunda empatía con las personas retratadas, difíciles de encontrar en la primera.

Gracias por la música
Nuestra crónica del acto de cierre fue mezquina con las presentaciones del coro ‘Quiero retruco’ y de Gabo Ferro con la madrina del DerHumALC Virginia Innocenti. El ensamble cuya historia inspiró la realización de este documental exhibido en el festival entonó apenas tres canciones para evitar que la ceremonia se excediera aún más: “Todavía cantamos” de Víctor Heredia; “Sólo el amor” de Silvio Rodríguez y un popurrí de consignas que solemos escuchar/cantar quienes asistimos a las marchas por la Verdad y la Memoria.

Por otra parte, quienes desconocíamos a Ferro y apenas sabíamos del talento vocal de Innocenti nos deleitamos con el mini-recital que juntos ofrecieron casi al término del acto en el auditorio ‘Roberto Eugenio Carri’.

Dada la importancia acordada a la música, algunos espectadores lamentamos que ninguno de los oradores haya aprovechado la ceremonia de anoche para rendirle homenaje al recién fallecido Eduardo Falú, inolvidable músico y compositor argentino que además tuvo (tiene) un sobrino desaparecido.

Éxito y/o indiferencia
En contra del anuncio de éxito (de concurrencia y de repercusión mediática) en boca de Liliana Hendel en el cierre de anoche, quien suscribe vuelve a lamentar la -a su juicio- escasa atención que la mayoría de los porteños le presta a este festival contemporáneo del cada vez más concurrido BAFICI. La indiferencia percibida resulta frustrante por tres motivos principales: primero, porque parece subestimar -cuando no ignorar- el esfuerzo de programación y organización que supone esta iniciativa hecha a pulmón, sin la disponibilidad de espacios, ni el presupuesto ni el apoyo mediático con los que cuenta el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente; segundo porque la mayoría de las películas exhibidas son altamente recomendables (es una pena perdérselas); tercero porque esta muestra contribuye a revertir el mencionado estado de desinformación que nos impone la industria del entretenimiento.

Desde el comienzo del festival, algunos seguidores cruzamos los dedos por que esta 15ª edición convocara a más espectadores que su predecesora. Ojalá la gente de prensa informe sobre la cantidad total, que los organizadores seguro calcularán al término de las últimas funciones programadas para esta noche. El anuncio de un eventual aumento ayudará a combatir la indignación que provoca la ¿sensación? de indiferencia.

Es cierto que los festivales internacionales de cine y derechos humanos son escasos y que Buenos Aires es una de las pocas ciudades con uno propio, que se hizo costumbre hace década y media. Sin embargo, este motivo de orgullo no impide soñar con una conducta cívica y cinéfila más a tono con el compromiso y la voluntad de quienes realizan el DerHumALC.

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