
Esta reunión es muy urgente, ya que el Protocolo de Kyoto, firmado en 2005, actualmente no vale para nada y ha quedado obsoleto. A parte de que los grandes emisores de CO2 han pasado olímpicamente de los puntos acordados, la Tierra nos manda señales de su grave enfermedad, la Humanidad. Los polos se están fundiendo a un ritmo alarmante, al igual que otras grandes reservas de agua dulce, como el Tíbet. ¿Y a dónde va toda ese agua? Pues claro está, al mar. Esto supone un aumento del nivel del mar, y la futura desaparición de islas como Manhattan, en Nueva York, y el archipiélago de Kibrati, en el océano Pacífico (que por cierto, fue el primer territorio habitado en entrar en el 2015). Toda la gente que habita en estos lugares, además de en muchos otros que acabarán engullidos por el mar, se verán obligados a desplazarse.
Algunos dirán que ahora toca esperar, ya que los únicos que pueden hacer algo son las grandes potencias, pero se equivocan. Si queremos que las soluciones lleguen más rápido, todos los habitantes del planeta azul debemos poner nuestro granito de arena. Varias acciones que sirven de ejemplo, son esas que hemos visto miles de veces por la televisión o que le enseñan a los niños en el colegio: cerrar el grifo, reciclar los residuos, instalar paneles solares, etc. Acciones que los niños tienen muy bien inculcadas, pero que no sirven de nada si los padres y los adultos en general no las aplican. Esperemos que todas las potencias lleguen a un acuerdo que cambie el destino fatal que le espera a la Tierra.