Revista Vino

5 claves para clasificar un vino tinto

Por Massaber Tu Futuro Profesional @MasSaber_es

Un vino puede ser Joven, Crianza, Reserva o Gran Reserva. Sin embargo, siempre hay un pero, y aquí es la cada vez más usual denominación de origen "Ribera del Duero", que ha tomado muy en serio la designación "Semicrianza" (llamado también "Roble"). Aunque las clasificaciones según la denominación de origen pueden variar, resultan muy útiles para distinguir cada uno de los vinos tintos.

5 claves para clasificar un vino tinto

Joven: También llamado "vino del año" o "cosechero". Aquí incluiríamos aquellos vinos que no han pasado un sistema de crianza en barrica y se han embotellado previo paso por el depósito. Vinos con mucha fruta en boca, con la fuerza de la juventud y un buen aporte de acidez, frescos con aromas primarios y matices herbáceos. Sus principales colores entran en la gama de los violetas y azulados, siendo éstos muy brillantes y vivos. Lo ideal sería tomarlos en el punto de frescura sin llegar al frío, como los vinos rosados, por lo que la temperatura óptima oscilaría entre los 12 ºC y 14 ºC.   Roble o Semicrianza: Me gusta mencionarlos porque son los eternos olvidados. Debemos recordar que no son vinos jóvenes como tal y que, ni mucho menos, llegan a ser crianzas. Están en un punto intermedio en el que ya han pasado un proceso de crianza corto en barrica, de 3 a 4 meses, perfecta para ellos y que les aporta el matiz de "toque de barrica". No queremos que estos vinos lleguen a tener madera, sino a redondearse en un corto periodo de tiempo para adquirir el fino toque tánico aportado por la madera y que afinará la fuerza de su juventud. Y siempre conservando esa gama de vino joven, puesto que pasa a botella, y consumiéndose dentro del año o el año posterior para garantizar sus propiedades. Tendremos aromas tanto primarios como secundarios, y podrán presentarse en tonalidades parecidas a las del joven, pero teniendo en cuenta que en ese corto periodo de barrica, saldrán colores amoratados, llegando a perderlos y ganando en la gama de los rojos-rubí. Su temperatura óptima está entre los 13 ºC y 16 ºC.   Crianza: La crianza se produce cuando un vino pasa en barrica y botella un mínimo de 24 meses. Esto quiere decir que, dependiendo del enólogo, el vino permanecerá más o menos tiempo en una barrica de roble, aunque la crianza mínima para ser considerado tal será, al menos, de 6 a 9 meses (dependiendo de la denominación) y el resto en botella antes de su comercialización. Estos vinos siempre han sido muy populares porque combinan juventud y un proceso de guarda, siendo aptos para todos los gustos. Actualmente, tenemos tanta diversidad de vinos que se han convertido en un tipo más para elegir, dejando de ser los número uno de antaño. Presentan un color propio, el famoso rojo picota, con algunos tonos más acentuados por su sistema de crianza, pero intentando guardar siempre colores vivos en el tiempo. Su temperatura óptima estaría entre los 16 ºC y 18 ºC.   Reserva: Los vinos de esta clasificación deben tener, al menos, una guarda de 36 meses y un mínimo de 12 o 18 meses en barrica de roble y resto en botella. Al igual que otras crianzas, el mínimo es lo que se impone, pero siempre se puede mantener más meses en roble mientras se cumplan los parámetros. Son vinos con un alto precio y público gourmet; de hecho, junto a los Grandes Reservas parecen ser los vinos más caros y difíciles de entender, pero esto no es cierto, porque son una crianza más, con peculiaridades y matices que los hacen únicos. Se trata de vinos con aromas terciarios, que son justamente los aromas de la crianza y posterior guarda en botella, destacando los matices de chocolate, compotas y torrefactos, entre otros. Sus colores característicos son los de la gama de los vinos oxidativos, lo que significa que han perdido esa brillantez propia de las crianzas cortas pero con ribetes de tonalidades picota madura; desde el color picota intenso hasta los tonos más apagados con tonalidades teja. Su temperatura de consumo ideal estaría en torno a los 20 ºC

Gran Reserva: Llegamos a los vinos de más guarda, de añadas y coupage. El enólogo ha dado el visto bueno para que lleven reposando una guarda de 60 meses, siendo el mínimo de crianza en barrica de roble de 18 meses, hasta complementar su guarda total. Son vinos algo especiales, en los que buscamos aromas distintos a la fruta y la simple crianza en madera, aunque muchos de ellos tienen guardadas estas características. Se trata de vinos con peculiaridades balsámicas y aromas que van del cuero al café, llegando a los mismos hongos. Estos vinos son llevados a una guarda exquisita que les otorga un sabor que nos recuerda al de los vinos licorosos por sus larga crianzas. Los colores van desde los ribetes granates intensos hasta los más oxidados, con tonos ladrillo, ámbar y caramelo, siendo éstos otorgados por la crianza, tanto en barrica como en botella. Su temperatura puede oscilar de 18 ºC a 20 º C, según el gusto del consumidor.

Los vinos, como sustancias vivas que son, nacen, crecen, se desarrollan y tienen un declive que da fin a su ciclo. Lo que un vino requiere es que se le beba, que no se guarde mas allá de su estado óptimo y que no se pierda en el olvido.

 ¡Salud!


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José Antonio Rosado Márquez
Especialista en Enología y Restauración Ver perfil

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