Revista Cine

56 Muestra Internacional de Cine/II

Publicado el 13 abril 2014 por Diezmartinez
56 Muestra Internacional de Cine/II
Tom en el Granero (Tom à la Ferme, Francia-Canadá, 2013), cuarto largometraje del enfant terrible casi desconocido en nuestro país Xavier Dolan (Los Amores Imaginarios, 2010), tendrá el honor de ser la primera película del cineasta canadiense que se distribuya comercialmente en México. No es mala elección para Cine Caníbal, la compañía distribuidora, pues el filme ganador del premio FIPRESCI en Venecia 2013 es, probablemente, la obra más acabada de Dolan hasta el momento y, al mismo tiempo, su filme más accesible.Tom (Dolan lui-même), un joven citadino proveniente de Montreal, llega a alguna pequeña granja en el interior de Québec para asistir al funeral de un compañero de trabajo, Guillaume. En realidad, Tom y Guillaume eran amantes, algo que desconoce la mamá del muertito, Agathe (Lise Roy), pero que sí sabe muy bien el homófobo hermano de Guillame, el violento Francis (Pierre-Yves Cardinal). Para llevar la fiesta en paz, Tom accede a mentirle a Agathe, a seguir el juego de que Guillaume era heterosexual y hasta tenía novia, y a pasar un par de días con la madre y el agresivo "cuñado". Sin embargo, muy pronto queda claro que Tom no podrá salir tan fàcilmente de esa granja. El guión, escrito por el propio Dolan a partir de una obra de teatro de Michel Marc Bouchard, nos muestra de manera muy inteligente la transformación de los tres personajes centrales -y casi únicos- de la historia. Los meros clichés que parecen al inicio -el joven gay transido por el dolor, la mamá inocente, el rencoroso hermano homófobo- van cambiando de piel en la medida que avanza la cinta, de tal forma que llega el momento en el que nos preguntamos si ese violento victimario que parece Francis no será, en el fondo, una patética víctima, digna de lástima más que de miedo. También la puesta en imágenes de Dolan y su cinefotógrafo André Turpin va cambiando en la medida que avanza la película: si bien al inicio se privilegian las tomas abiertas y el encuadre fijo, en la medida que Tom se involucra con la familia de su amante fallecido, la cámara pierde estabilidad, dominan los acercamientos a los rostros y, por lo mismo, el filme se vuelve más emocional, más emotivo.La música de Gabriel Yared es el arma secreta de Dolan, la pieza narrativa inesperada: claramente deudora del trabajo de Bernard Herrmann para Hitchcock, la música de Yared nos ubica en la segunda parte de la cinta en el terreno de un reprimido thriller erótico cuyo suspenso, hacia el final, es manejado con envidiable soltura por el joven cineasta de 25 años. ¿Podrá salvarse Tom o caerá (p)rendido por esa enfermiza obsesión por el muerto Guillaume y el vivo Francis? No deje de ver la película hasta que terminen de correr los créditos finales.

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