Esta historia, sobre la vida de Abdón Porte, quizá de alguna forma simboliza el fútbol de antes, los ideales de los jugadores de antaño, y las reales causas por las cuales ellos dejaban todo en defensa de la camiseta.
La exitosa carrera de Porte, aderezada con un desenlace tan inesperado cómo trágico permanece para los montevideanos cómo una excepcional entrega y devoción al club de sus amores.
Un amor por encima de lo normal a un escudo
Abdón Porte aparte de ser un excepcional jugador, era un hincha ferviente del Nacional de Uruguay y solamente ese sentimiento de él hacia el club explica el final que tuvo. Un 12 de marzo de 1911, debutó en el Club Nacional de Fútbol de Uruguay Abdón Porte, mediocampista defensivo en su entonces proveniente de Colón Fútbol Club y del ya extinto Libertad.
Con el paso del tiempo, Porte se ganó el apodo de El Indio en El Tricolor, gracias a su manera sin igual de dejar todo en la cancha, pareciéndose más a un luchador que a un jugador, cosa que lo terminó convirtiendo en el referente máximo del conjunto y capitán indiscutido del mismo, con el que levantó copas tanto del torneo local como de competencias internacionales.
Pero Porte, además, era un luchador de los de antes, ya que tenía códigos y no entendía poner huevo por pegar patadas sino por dejar la vida por su equipo con altura y dignidad. A principios de 1918, cuando El Indio ya tenía 38 años, en miras a la temporada que estaba por comenzar, la Comisión Directiva de Nacional decidió sacarlo del equipo titular porque consideraban que ya no rendía lo que de él esperaban y lo reemplazaron por Alfredo Zibecchi, cosa que Porte no logró aceptar y que marcó el inicio de su fin.
El 4 de marzo de ese año, El Tricolor jugó contra Charley y le ganó 3 a 1, en un partido en el que, más allá de lo decidido, El Indio jugó de entrada.
El terrible final de Abdón Porte
Por la noche, como era costumbre, jugadores y dirigentes se reunieron en el club para festejar el triunfo. Ya entrada la madrugada de ese 5 de marzo, Porte se dirigió solo y sin que nadie lo advirtiera hacia el centro de la cancha, agarró el revólver que llevaba consigo, se apuntó al corazón y disparó. Tenía 38 años y se estaba por casar, el 3 de abril. Su cuerpo sin vida fue encontrado por el perro del canchero del club, Severino Castillo.
Le pareció insuperable terminar con ese ciclo tan brillante, dejar de ser el titular y capitán del Nacional, es ahí cuando el adopta esa decisión que culmina de una manera trágica, pero que a la vez marca uno de los capítulos más formidables que tienen que ver con el romanticismo del fútbol y fundamentalmente con esa etapa de fútbol amateur que vivió Uruguay hasta 1932, cuando los jugadores se hicieron profesionales.
No era morir de cualquier manera. Era morir en el parque central que es el estadio del Club Nacional de Fútbol en el centro de la cancha, habiendo dejado una carta al presidente del club, el Dr. José María Delgado en la cual le pide que cuide a su madre y a su novia dado que él optó por quitarse la vida. Abdón Porte amó a su club, más que a su vida misma.
La leyenda de Abdón Porte
Quizás él sintió que había muerto antes de matarse, que estaba viviendo una vida de mentiras y quizá por eso no quiso seguir simulando. Esto es lo que se sabe de esa noche. Pero esa madrugada fue encontrado el cuerpo de Abdón acostado en la cancha, con el lado izquierdo del saco un poco levantado, y la mano derecha oculta bajo el saco.
En la mano izquierda apretaba un papel, donde se leía:
«Querido Doctor y Presidente:
Le recomiendo a mi vieja y a mi novia. Usted sabe por qué hago esto. ¡Viva el Club Nacional!. Y más abajo esos versos:
Que siempre esté adelante
El club para nosotros anhelo
Yo doy mi sangre por todos mis compañeros,
Ahora y siempre el club gigante.
¡Viva el Club Nacional!»