Revista Vino
Cualquier persona que esté en el mundo del vino, tiene con seguridad unas cuantas historias de amor que contar sobre vinos y personas de La Rioja. Una de las zonas vitivinícolas de España que puede explicar historias sobre el vino, documentadas, desde el siglo XII, que respira vino y cultura del vino por todos sus poros, encuentra en las personas más sencillas y apegadas a sus viñedos a la mejor encarnación de su espíritu. Abel Mendoza, sin duda, es una de esas personas. Con viñedos que miran al norte y se sitúan al norte del río Ebro, entre San Vicente de la Sonsierra y Labastida, su timidez y sencillez no ocultan una enorme profundidad de pensamiento y una gran cultura del vino (de España y del mundo entero, aunque con especial apego a la Borgoña). Su capacidad para saber escuchar tanto como para transmitir ideas y convicciones, con pasión y con razones, son grandes.
Un tipo entero y honesto hasta los tuétanos. Un viñatero que hace mucho y dice poco. Hablan sus vinos. Yo digo una cosa: quien tenga pocas experiencias todavía en la Rioja, vaya a buscar alguna de sus botellas y, si puede, se pasee algún día por la zona. Encontrará, a no dudarlo, una parte del alma de la Rioja, en persona y en botella. Este Selección Personal 2010 es un buen ejemplo de lo que digo. En una añada excelente, Abel encuentra el punto de equilibrio entre la austeridad de su tierra, la suya propia y la calidad de su tempranillo. Este vino dice tanto y tan bien de Abel y de su tierra, de esa parte de la Rioja que es, quizá, la que más me enamora, la que nace y crece al amparo de Santa María de la Piscina. 13,9%, con un vino que ofrece fruta delicada pero austera. Picotas y suavidad, firme tanicidad. Vino sin concesiones, vino serio, vino estandarte de la mejor Rioja. Zarzamora. Vino de pueblo. Vino de tanino casi cuadrado. Tinta china azul. Brezo. Aromas secundarios de fermentación con las horas: fruta con compostura. Madera equilibrada, le dará todavía largos años de vida al vino y de placer a quien beba un 2010. Largo recorrido, en nariz y en boca.
¿Dónde está el sentido, el eje de gravedad en un viticultor? En sus vísceras y en su tierra. Esto es Abel Mendoza. Este tempranillo de selección personal cautiva y atrapa por su sencillez, por su temple y por su seriedad. Por su amabilidad, también, tanto como por su rústica textura: las palabras justas, bien medidas y mejor dichas. En su momento. El vino es Abel, Abel es su vino. Nada en exceso. Escuchar, aprender, callar.