Las adaptaciones cinematográficas que provienen de obras de teatro pueden ser un arma de doble filo, pues suelen tener buenos mimbres, pero pueden resultar claustrofóbicas. Eso es exactamente lo que ocurrió con La Gata sobre el tejado de zinc (Richard Brooks) adaptación de la obra de Tennessee Williams; la más reciente Un dios salvaje (Roman Polanski) de la conocida escritora Yasmina Reza y, en menor medida, le pasa a Agosto porque han tenido la habilidad de enriquecerla con una serie de escenas de transición, filmadas en exteriores con unas canciones de gran calidad.
Violet es una mujer madura de Oklahoma destrozada psicológicamente no sólo por un cáncer de boca, sino por el suicidio de su marido. Todas sus hijas volverán a la casa familiar y la convivencia junto a secretos y rencores provocarán una auténtica odisea.
La dirección corre a cargo de John Wells, un experto en la producción en la pequeña pantalla como demostró con dos exitosas series como Urgencias y El ala Oeste de la Casa Blanca. Gracias a lo cual debutó como cineasta con una notable película como The company men, que explicaba cómo afrontar la vida en tiempos de crisis. Esta película es una adaptación de la obra de Tracy Letts, ganador de un premio Pulitzer en 2008. Estamos ante un drama en toda regla, salpicado de varias secuencias cargadas de dosis de humor cáustico que proporcionan algo de oxígeno. El mérito del Wells es haber resumido una obra de teatro de tres horas y media de duración en dos horas sin que pierda sentido la historia y sin que resulte pesado a pesar de una escena, la del almuerzo, que dura la nada despreciable cifra de 25 minutos. Como dato curioso, tanto Tracy Letts, el autor de la obra, como el director no están contentos con el final.
El realizador estadounidense ha contado con dos estrellas con grandes posibilidades de Óscar como Meryl Streep y Julia Roberts, donde la primera se merienda a la segunda, que mantiene el tipo con dignidad. Por otra parte, ha sabido rodearse de la flor y nata de Hollywood con magníficos actores secundarios como Chris Cooper, Benedict Cumberbatch o Ewan McGregor.
Agosto deja en muy mal lugar el valor de la familia, porque no salva nadie de la quema. Da la impresión de que, de algún modo, se explica o se denuncia el deterioro moral de la sociedad. Y no es que nos fascinen las películas de familias idílicas, pero ésta vemos refleja lo peor de la condición humana. Tan sólo destacamos el personaje de Chris Cooper que intenta buscar la unidad de la familia, siendo el único que empatiza y se pone en el lugar de demás, comprendiendo sus dificultades. Éste ofrece algo de luz entre tanta oscuridad (publicado en Diario Ya).