Revista Espiritualidad

Aiwass, el ángel de Aleister Crowley

Por Ana Reyes
SiH.P. Lovecraftsoñó con sus oscuros dioses amorfos,Aleister Crowleylos vio personalmente. Tal es el caso deAiwass,ángelque, segúnCrowley, le dictó el polémicoLibro de la Ley (Liber Al vel Legis)durante el 8, 9 y 10 de abril de 1904.
Aiwass, el ángel de Aleister Crowley



Aleister Crowleymenciona que primero oyó una voz tenebrosa que decía, en impecable inglés:
¡Contemplad! Ha sido revelado por Aiwass, el ministro de Hoor-Paar-kraat.
(Behold! it is revealed by Aiwass the minister of Hoor-paar-kraat)
Luego determinó que el nombreHoor-paar-kraatcorrespondía al egipcioHar-par-khered, o, en su versión griega, aHarpócrates, quien en la concepción extravagante deAleister Crowleysería nada menos queHorus, la deidad central de su cosmogonía.
Aiwassse presentó como una voz sobrenatural que flotó sobre el escritorio deAleister Crowleyen El Cairo, Egipto. Luego se desplazó hacia su hombro izquierdo y comenzó a dictarle desde un rincón de la habitación. Su modulación era confusa, indeterminada, cambiante, tal como elocultistaexpuso taquigráficamente en su diario personal:
(Su voz era)de un timbre profundo, musical, expresivo; su tono era solemnre, voluptuoso, tierno, fiero o cambiante según el mensaje. Nunca bajo, tal vez como el de un virtuoso tenor o un barítono.
(of deep timbre, musical and expressive, its tones solemn, voluptuous, tender, fierce or aught else as suited the moods of the message. Not bass, perhaps a rich tenor or baritone).
Luego compuso un dibujo deAiwassbastante acabado, en donde se lo revela compuesto por una fina materia, traslúcido, alto; de facciones delicadas. Siempre que se le pedía que detalle el rostro deAiwass,Aleister Crowleydecía que su cara era la de un rey salvaje (Savage King), sea lo que sea que él entendiera por rey o por salvaje.
PeroAiwassno tiene nada que ver con la noción de "ángel" que cualquiera de nosotros podría elaborar. Elángel deAleister Crowleyse diferencia a todos, incluso a losángeles caídos. Sobrepasado por la emoción de creerse "contactado" por una inteligencia superior,Crowleyaclamó:
La existencia de la religión presupone la certeza de alguna inteligencia desencarnada, llámese Dios o cualquier otra cosa. Y justamente esto es lo que ninguna religión ha podido demostrar científicamente... La inmensa superioridad de esta inteligencia en particular,Aiwass, a cualquier otra con la que la humanidad haya estado en comunicación consciente se revela no sólo por el carácter del libro en sí, sino por el hecho de su comprensión absoluta de las pruebas necesarias para demostrar su propia existencia y las condiciones que rigen sobre la misma.
Más adelante,Aleister Crowleyconjetura queAiwass, quizás, es sólo una manifestación minúscula de una potencia celestial, y lo identifica con su propioángel de la guardaoángel guardián.


Lo interesante del asunto es que cualquier explicación que caiga sobreAiwass, ya sea un vulgarángel de la guarda, unespíritu, o el propio inconsciente deCrowley, su aparición resulta verdaderamente asombrosa. Uno de sus biógrafos,Israel Regardie, estima que da lo mismo queAiwasssea unángelo el inconsciente deCrowley. Ambas posibilidades son, en toda regla, sobrenaturales.
Otros estudiosos, comoSarah ValeoJoshua Gunn, estiman que elestilo narrativo deAiwassse parece demasiado al deAleister Crowleycomo para tratarse de una entidad foránea. Lo más probable y, repito, igualmente asombroso, es queAiwasssea la idealización subjetiva deCrowleysobre su propia personalidad. Esto a menudo sucede a un nivel minúsculo, casi espúreo, en donde nos imaginamos llenos de virtudes y asombrosas cualidades intelectuales. Lo curioso es que aquí la idealización cobra una forma física, una voz, un nombre, y una doctrina.
Más aún, lascoincidencias cabalísticas del nombreAiwassrevelan un fuerte componente inconsciente en sus materializaciones. Por ejemplo, el tipógrafo Samuel A. Jacobs, que no conocía personalmente aAleister Crowley, le escribió una carta mencionando que su propio nombre, en hebreo, se escribía:Shmuel Bar AIWAZ bie Yackou. Intrigado,Crowleyle preguntó como se escribiría "Aiwass" en hebreo, a lo que Jacobs respondió polémicamente: "OIVZ". Al hacer números,Crowley, perplejo, seguramente saltó de su silla al estimar que esa fórmula equivale al número 93, cifra que coincide con elnúmero central de Thelema, la doctrina dictada por el propioAiwass.
Lavoz y la silueta deAiwassse fueron diluyendo como un sueño del que no terminamos de despertar.Aleister Crowley, que de hecho era un notable poeta, eligió el camino del análisis y elracionalismo esotéricopara explicar los mecanismos enigmáticos de su propia psíquis, acaso conectados con "sensibilidades" de un orden superior. Otros hombres, tal vez más sensatos, conectaron sus visiones aterradoras con el vehículo más noble que poseemos para expresar aquello que no tiene expresión positiva: el arte. Tal es el caso de las extravagantes visiones deWilliam Blakeo las fantasmagorías gelatinosas deH.P. Lovecraft.
Vale aclarar que el medio no modifica el fin. En otras palabras, que no importa si poetizamos sobre nuestras visiones o las consignamos candorosamente como hechos concretos, al final, los vientos estelares y las formas gigantescas que emergen y colapsan detrás de los mundos terminan aniquilando a cualquiera que se atreva a observarlas directamente.
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