Master & Commander huele a mar y sabe a sal, el viento reseca la piel y el oleaje hace crujir las cuadernas del barco. En la cubierta se respira pólvora y sudor, y la sangre y el agua dificultan el equilibrio. Master & Commander es realismo, es una bodega llena de ratas y piojos, de brazos amputados, cuerpos mugrientos y trabajo duro, todo ello condicionado por la estrechez de los espacios. También es candidez clásica, no reniega de El Capitán Blood (1935) ni de Rebelión a bordo (1935), la mayoría de los personajes rezuman honor, lealtad y vitalidad, y el principal, Jack "el Afortunado" Aubrey (Russell Crowe) se presenta como un capitán muy paternal, afable por las buenas y severo, sin un ápice de crueldad, por las malas. Por otra parte, es una película de dualidades. Nuestro barco, la fragata inglesa "Surprise" persigue al "Acheron", un barco francés de la marina de Napoleón que dobla en hombres y potencia de fuego a la "Surprise". Dentro de ella tenemos a nuestros protagonistas, el ya mencionado Capitán Aubrey y su mejor amigo el Doctor Stephen Maturin (Paul Bettany). El primero es un hombre hecho a la mar, recio, disciplinado y con una educación militar. El segundo es científico, amante de la naturaleza, con ideas anarquistas y enemigo de la jerarquía. El roce será evidente y cada vez más acusado a lo largo de la película, pero tendrá su tregua gracias a una pasión que los une, tocar en sus ratos libres el violonchelo y el violín. Además, tendremos una tripulación curtida e inspirada por el ardor guerrero, pero a su vez temerosa del mal fario y de que aparezca entre ellos un gafe que atraiga tormentas, arrecifes o calma chicha, un Jonás según el credo del marinero.
Durante la cacería, tendremos como excusa el reabastecimiento de provisiones para desembarcar en unas de las islas más singulares y bellas del mundo, las Islas Galápagos, y mostrarnos sus virtudes a modo de documental: su orografía volcánica, tortugas gigantes, iguanas marinas, pinzones y otros especímenes únicos. Es una película fiel al cine de aventuras, adulta y seria, que no cae en concesiones para la masa como la estrenada el mismo año, Piratas del mar Caribe (2003) y sus posteriores secuelas , sin historia de amor metida con calzador ni chiste fácil y atenta a otras cuestiones, como mostrar la dura vida a bordo o los peligros que esconde el mar. En definitiva, una película que mantiene la esencia del cine de aventuras de buena calidad sin perder por ello una pizca de entretenimiento. Todo un clásico no reconocido del cine moderno.