Revista Cocina

Al pan, pan y al vino, vino

Por Pablodgourmet

Al pan, pan y al vino, vinoAquí te transcribo un interesante artículo de Verónica González Cárdenas, publicado en la revista El Comentario Semanal, en su edición del 7 de Mayo, que la autora me ha autorizado a publicarlo para que puedas ilustrarte con su conocimiento, ¡que bonito me ha quedado! pero bueno, que aquí tienes el artículo completo…

Tan antiguo como la historia de la humanidad, el vino forma parte de la vida cotidiana de los españoles. Una  copa de vino tinto acompaña bien los alimentos, preserva la tradición y multiplicada por millones, sostiene una importante actividad económica que se asocia a la cultura y la identidad ibérica. Los españoles han crecido rodeados de vino y ante la baja en el consumo nacional, miran hacia otros mercados como el mexicano, para seguir creciendo.

Andrés de la Serna Somelier, joven empresario, recuerda que sus abuelos bebían uno o dos vasos pequeños de vino tinto para acompañar las comidas.

 

“En esa época no se consumía cerveza, ni refrescos, no había esa competencia, en las casas solamente se bebía vino o agua. A mediados del siglo XX, casi todo el consumo doméstico se realizaba a granel. El vino se compraba en garrafas de cristal y se almacenaba para consumirlo en casa poco a poco”, explica.  “Los niños no bebían. Pero a partir de la adolescencia, quizá entre los 12 y los 14 años, se les permitía probarlo. Conforme pasó el tiempo y se modernizaron las técnicas de producción y comercialización, el vino empezó a comercializarse en botellas, hasta el punto de que en la actualidad la cultura española, italiana y francesa no conciben un buen vino si no está embotellado.

El vino empaquetado en tetrabrik se considera de segunda clase y se usa para cocinar.  Sin embargo, un vino para acompañar los alimentos o para degustar con queso curado y jamón serrano, debe estar embotellado. Se trata de una apreciación cultural de estos tres países, porque en el resto de Europa, donde éste no se produce, se busca la calidad del vino, independientemente del envase en que se encuentre.

“Siempre he escuchado a mi abuelo decir que el médico le recomendaba que se bebiera una copita de vino, porque es bueno para la salud y esa recomendación tiene no está relacionado con el alcoholismo, pues normalmente el borracho prefiere licores más fuertes, como los destilados. El consumo del vino está relacionado con la ingesta de alimentos, es decir, las personas beben una copa de vino para acompañar los alimentos, mientras que una copa de vino destilado, generalmente se toma sola”, apunta. Estudios científicos señalan que una copa de vino tinto al día puede limpiar las arterias, evitar un infarto al miocardio, prevenir el envejecimiento, el insomnio e incluso trastornos como el Alzheimer. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) han determinado recomendar el consumo moderado de esta bebida con los alimentos. De acuerdo con reportes de la OMS, las enfermedades cardiacas son la principal causa de muerte en todo el mundo. Se estima que las cardiopatías y accidentes cerebro-vasculares ocasionan el deceso de 17 millones de personas cada año.

En un comunicado de prensa del IMSS, los médicos del Servicio de Rehabilitación Cardiaca del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI afirman que el consumo moderado de vino tinto es un hábito sano para el corazón y recomiendan que éste forme parte de la dieta diaria. En los últimos 15 años se han realizado diversos estudios que comprueban la efectividad del vino tinto, ya que reduce el riesgo de  enfermedades cardiovasculares hasta en un 40 por ciento gracias a sus componentes, entre los que se encuentran los ácidos fenolitos, flavonoides, resveratrol y taninos, sustancias benéficas que se acumulan en la cáscara y las semillas de la uva negra.

La uva (o uvas, porque hay una gran variedad) con la que se realiza el vino tiene propiedades que ayudan a disminuir la inflamación, a evitar que las plaquetas de la sangre se aglutinen y formen coágulos, a fortalecer el colágeno o elastina y atenuar la pérdida de la memoria en personas de edad avanzada. Además, el vino tinto aporta minerales como el magnesio, que disminuye el estrés; zinc, que fortalece el sistema inmunológico, así como litio, calcio o potasio, que ayudan a equilibrar el sistema nervioso. También contiene antioxidantes como los flavonoides y el resveratol, que inhiben la formación de placas grasas en las arterias, lo que ayuda a prevenir el infarto de miocardio. Los médicos advierten, sin embargo, que el consumo de vino tinto está contraindicado en las personas diabéticas o con problemas de triglicéridos. En su lugar, recomiendan el consumo diario de 12 uvas obscuras con cáscara y semilla para obtener los mismos resultados, pero sin el alcohol.

Al pan, pan y al vino, vino
Provincias con mayor cultura del vino en España

El vino sólo puede producirse en dos latitudes geográficas del planeta. La del Sur, que comprende los países de Chile, la franja de Sudáfrica y Australia, y la del Norte, que abarca los países del Sur de Europa (España, Portugal, Francia, Italia y Croacia), mientras que en América comprende el Sur de Estados Unidos (California) y el Norte de México (Baja California).

Un estudio llamado “Vino y Salud”, evaluó el conocimiento sobre las propiedades del vino que tienen los españoles y analizó las diferencias por áreas geográficas. De acuerdo con los resultados, se observó que es en el centro de España donde se encuentran los mayores índices de conocimiento con el 78.7 por ciento, seguido del noroeste con un 78.4 por ciento. Las provincias con mayor “cultura del vino” de este país son: Cáceres, Madrid, Galicia, Asturias, Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Teruel y la comunidad de Castilla y León (excepto Palencia y Burgos).

El 75 por ciento de los españoles cree que el vino es benéfico para la salud.  Los datos del trabajo, realizado en mil personas mayores de 18 años, demostró que el 70.2 por ciento considera que el vino tiene aspectos benéficos para la prevención de enfermedades cardiovasculares; el 44.2 por ciento cree que ayuda a retrasar el envejecimiento, mientras que el 38.9 por ciento destaca sus beneficios para prevenir el cáncer.  Pese a todos sus beneficios, el consumo de vino tinto en España tiende a disminuir debido a la competencia de otras bebidas como la cerveza y los refrescos.  En 1995 se consumía un promedio de 39 litros por habitante, mientras que en 2011 la previsión era 17 litros por persona. Sin embargo, jóvenes emprendedores como De la Serna, están viendo en el mercado mexicano amplias oportunidades de negocio, pues tan sólo el año pasado, México importó 10 millones de litros de vino (tinto, blanco y rosado) producidos en España. Se estima que el consumo de vino en México tendrá un incremento del 12 por ciento anual.

 


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