
Éste, que transcribo a continuación, es uno de esos poemas, en concreto, el número treinta y nueve:
XXXIX
El misterio de las cosas, ¿dónde está?
¿Dónde está que no aparece
por lo menos para mostrarnos que se trata de un misterio?
¿Qué sabe el río de eso y qué sabe el árbol?
Y yo, que no soy más que ellos, qué sé de todo eso?
Siempre que miro a las cosas y pienso en lo que los hombre piensan de ellas,
me río como un arroyo que resuena fresco entre las piedras.
Porque el único sentido oculto de las cosas
es que no tienen ningún sentido oculto.
Y más extraño que todas las extrañezas
y que los sueños de todos los poetas
y los pensamientos de todos los filósofos,
es que las cosas sean realmente lo que parecen ser
Y no haya nada que comprender en ellas.
Sí, he aquí lo que mis sentidos aprendieron solos:
las cosas no tienen significación, tienen existencia.
Las cosas son el único sentido oculto de las cosas.
Poema de Alberto Caeiro traducido por Carlos Clementson